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Las mejores formas de manejar su agresión
A veces, la emoción de ver que tu propio hijo es agresivo y no reconocerlo puede ser muy intensa: ¿por qué se comporta así?
Hay que tener en cuenta que, a menudo, cuando se sienten incómodos, los niños lo manifiestan de maneras instintivas, puras, sin filtros, porque su cerebro se está desarrollando y todavía no pueden manejar y controlar la activación de las emociones.
La agresión, en realidad, no es una emoción, pero sí una manifestación que nace de la ira
- El enojo siempre está presente en el ser humano y toma diferentes formas dependiendo de la edad: es una forma de afirmarse a uno mismo, una herramienta de defensa y una manera descarada y abierta de pedir ayuda al otro.
- Pero el niño no encuentra la falla o no puede comunicar su propia incomodidad o su propio torbellino interior de otra manera que no sea atacando al otro para llamar la atención sobre sí mismo.
- Por lo tanto, es esencial detenerse y analizar cuáles podrían ser los motivos de este comportamiento y ver cuáles son las mejores formas de manejar su agresión.
(Te interesa: Técnica de la tortuga: autocontrol de los impulsos y las emociones en los niños)
Generalmente la agresión se manifiesta por motivos internos
- Cuando un niño siente que le niegan su autonomía e independencia, por ejemplo, cuando su comportamiento se anticipa continuamente al de los adultos sin tener la posibilidad de sentirse grande y competente.
- Cuando se siente frustrado respecto a sus expectativas, es decir, cuando desea mucho una cosa y no logra conseguirla o siente que “su voz” no es escuchada.
- La agresión puede provenir, sin embargo, también de causas externas: cansancio excesivo, hambre, contextos angustiosos (confusión, ruido, hacinamiento).
- Un comportamiento agresivo, a veces, también es el espejo de los contextos en los que vive el pequeño: ausencia de reglas, exposición a peleas, contacto con videojuegos o dibujos animados “violentos” que no son adecuados para su edad.
Una vez identificada la motivación de su agresión será fácil averiguar qué estrategia utilizar. Si las causas son físicas o están vinculadas a factores ambientales, valdrá la pena hacer algunos cambios de hábitos, evitando así la aparición de estos comportamientos: evitar lugares demasiado caóticos, dejar descansar al niño, no exponerlo a estímulos continuos, limitar el uso de tecnologías y no involucrarlo en conflictos entre adultos, entre otras medidas.
Si las causas son emocionales y psicológicas.
La tarea del adulto es ser empático con el niño, escucharlo, legitimar sus emociones para hacerlo sentir comprendido y explicarle que, aunque esté enojado y la frustración e impotencia que siente son “válidas”', no puede manifestarlas lastimando a otras personas, objetos y mucho menos a sí mismo.
Las mejores formas de manejar su agresión
Para ayudarlo a manejar la ira, es útil decirle al niño que cierre los ojos y respire profundamente, que llore para aliviar la tensión, que haga un dibujo para dar un rostro o un nombre a la cosa o persona que lo hizo enojar.
(Te interesa: Técnica del semáforo para el control de las emociones del niño)
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