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Un angelito por fuera, pero en casa…
Es una historia que se repite en diferentes contextos. ¿En la escuela? Es muy ordenado. ¿En la casa de un amigo? Es bien portado. ¿Con los abuelos? Puede que haya pasado toda la tarde muy bien con ellos. En definitiva, fuera de casa nuestro hijo parece un niño diferente al que todos los días está con nosotros. La duda surge espontáneamente: ¿estamos haciendo algo mal? ¿Nuestro método educativo que no funciona?
En la mayoría de las veces, las acciones de tu hijo te pueden generarte estrés e incluso rabia al no poder controlarlo, pues te contesta mal, te pone mala cara, y hasta se atreve a retarte o llevarte la contraria. Sin embargo, debes saber que se trata de situaciones por las que pasan todos los padres. Por lo tanto, no te preocupes, pues, en la actualidad, existen un sinfín de formas inteligentes de entender su comportamiento y lidiar con su educación.
¿Caprichos o necesidades reales?
En ciertos comportamientos que a nosotros como adultos nos pueden parecer inexplicables, se esconden las necesidades reales del pequeño relacionadas con la etapa de crecimiento en la que se encuentra.
Hay que evaluar el contexto y las sensaciones del pequeño en ese momento. A veces, el niño realiza un determinado comportamiento simplemente porque no encuentra otras formas de expresarse. Básicamente: hace berrinche o se molesta porque no sabe cómo enfrentar o salir de una situación de cansancio, nerviosismo o malestar. A los padres les corresponde entender sus señales y proponerle una estrategia diferente.
Consejos para entender su comportamiento
Cuando identificamos que la actitud del niño no es la mejor, deberemos tener claro que hay una razón para ello. Además, de considerar que el camino del crecimiento nunca es perfectamente lineal, sino que se caracteriza por continuos avances y retrocesos.
Cualquier dificultad -no solo 'acontecimientos importantes' como la llegada de un hermanito o cambio de escuela, sino también acontecimientos más triviales, como una pelea entre amigos- puede llevar al niño a dar un paso atrás y perder, al menos aparentemente, los logros alcanzados. Es fundamental que los padres lo hagan sentir comprendido incluso en estos momentos, dándole la idea de que 'él puede', tolerando con paciencia ‘sus crisis’.
También es muy aconsejable acudir a la escuela del niño para hablar con su maestro (a) para saber más sobre su comportamiento en el salón de clases, así como preguntar por las posibles dificultades con las que puede estar enfrentándose en entornos alejados de casa: grupos de amigos, centro donde realiza una actividad extraescolar, etc.
Otra forma es cambiar el esquema de comunicación que realizas con él, no lo regañes o le impongas algo porque solo conseguirás que se aleje de ti y no te tenga confianza para platicarte qué le sucede, entabla una conversación fluida, más articulada y empática para que tengan una ‘conversación de amigos’ y juntos puedan comenzar a entenderse.
Si de plano te sientes desbordada por el comportamiento y actitudes de tu hijo, un consejo muy útil es pedir ayuda a un profesional como un terapeuta o psicólogo infantil o consultando directamente bibliografía especializada. ¡No te rindas! Recuerda que tú también fuiste niño y necesitaste de la orientación de tus padres, infórmate, empatiza con tu hijo y pon manos en acción.
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¿Qué otros métodos utilizas para entender y confrontar el comportamiento hostil de tu hijo? ¿Déjanos tus comentarios!