Asma infantil: guía práctica

11 Apr 2023
asma  infantil

Un niño menor de dos años es asmático cuando ha padecido más de dos episodios de espasmo bronquial, con dificultad respiratoria o crisis de tos seca. Te explicamos cómo debes actuar.

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El asma es una enfermedad muy extendida incluso entre los niños, sobre todo, en las grandes ciudades. Y es que es ahí donde la contaminación es más alta. En el 80% de los casos, los primeros ataques se dan antes de los cuatro años. 

Por suerte, más de los mitad de los niños se cura antes de los 21 años. Del 50% restante, una gran parte, con los años, padece cada vez ataques más leves.

Cómo se manifiesta

Durante el ataque de asma, la respiración se vuelve jadeante, el niño tiene la impresión de que le falta el aire y tiene miedo de ahogarse. Siente una opresión en el tórax y tiene ataques de tos seca. Si se acerca la oreja a su boca o a su tórax, se perciben silbidos muy característicos.

Si el ataque es grave, el corazón late cada vez más rápido. El niño suda, siente mucha ansiedad y no consigue encontrar una posición cómoda. En los casos extremos, los labios se vuelven violáceos y la piel, pálida y lívida.

Conoce bien el mecanismo que lo desencadena

- Este tipo de reacción se debe al hecho de que los bronquios de los asmáticos son hipersensibles e hiperreactivos. Responden a estímulos que en otras personas no suscitan ninguna reacción específica excesiva. La respuesta es un anómalo estrechamiento del diámetro de los bronquios y una inflamación de la mucosa que cubre los mismos bronquios.

- Existen muchos estímulos que pueden desencadenar estas manifestaciones. Tal es el caso de algunos alergenos, como el polen, los ácaros del polvo, etc. Otros desencadenantes son los virus, así como otras situaciones no específicas, como un esfuerzo físico o el estrés.

- La duración de los ataques va desde los pocos minutos hasta alguna hora o, incluso, algún día. Lo sorprendente es que, entre una crisis y otra, el niño no tiene ninguna molestia. El mismo médico que le ausculta no oye ningún silbido. Incluso las pruebas que miden las capacidad respiratoria (espirometría) son normales.

- Para detectar la capacidad de reacción de los bronquios son necesarias pruebas más complejas. De todos modos, sería un grave error interrumpir las medidas para controlar la manifestación de la enfermedad. El asma, si no se controla y se cuida en todo momento, puede intensificarse. La tos y los resfriados se vuelven crónicos y las bronquitis son cada vez más frecuentes.

Cómo se afronta el asma

Los tratamientos que se llevan a cabo se basan en tres principios.

  • Eliminación de la exposición a los alergenos. 
  • Tratamiento farmacológico. Se utilizan fármacos con acción sintomática (broncodilatadores) y fármacos antiinflamatorios. Los antiinflamatorios, que se pueden administrar con un aerosol, o bien por vía oral, reducen la inflamación de la mucosa bronquial. Los broncodilatadores actúan en la musculatura de los bronquios para combartir su estrechamiento. 
  • Inmunoterapia específica (solo en el asma alérgica). Se administran al niño dosis crecientes de extractos alergénicos para desensibilizar el organismo. 
  • En caso de crisis, es importante que el niño esté calmado. Hay que convencerle de que la crisis, a pesar de sus temores, pasará en poco tiempo. 

- Para facilitar la salida del aire, debe entrecerrar los labios y soplar como si quisiera atizar un fuego.

- Cuando inspire, debe intentar hacerlo únicamente a través de la nariz y lo más lentamente posible. Si intenta respirar con la boca abierta y violentamente, llenará el estómago de aire pero no los pulmones.

Qué niños están más predispuestos

Los hijos cuyos padres son asmáticos tienen un 80% de probabilidades de ser también asmáticos. En cambio, cuando solo uno de los padres tiene asma, dos de cada tres niños no desarrollan los síntomas de la enfermedad. Las precauciones que se tomen podrán evitar en gran medida la aparición de la dolencia.

Se debe recordar que, antes de los tres años, la mayoría de episodios asmáticos no están causados por una alergia respiratoria, sino por la reacción a algunos estímulos, como los medicamentos, el humo, el polvo, las sustancias químicas, etc. Esta hipersensibilidad está causada por las reducidas dimensiones del diámetro de los bronquios del niño.

Si el niño no tiene una constitución alérgica, no tiene familiares que padezcan alergia, no sufre de dermatitis atópica y los análisis sanguíneos ponen de manifiesto que las inmunoglobulinas de tipo IgE no están elevadas, sus ataques de asma desaparecerán muy probablemente después del tercer año de edad. Por el contrario, si existe una predisposición hereditaria, tiene una mayor probabilidad de que el problema se alargue en el tiempo.

DIRECTORA EDITORIAL MI BEBÉ Y YO. Experta en temas de embarazo, maternidad y paternidad, bebés y niños, y coordinadora de nuestra Agenda de Crecimiento.