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10 dudas sobre salud oral infantil: la odontopediatra responde
Higiene oral correcta desde el primer diente. Es la principal recomendación que nos ofrece la odontopediatra Yaiza Cuba, más conocida en las redes sociales como Dra. Cuentadientes, para garantizar una sonrisa sana y bonita desde bien pequeñitos. Conozcamos todo lo que debes saber sobre salud y cuidado oral en niños.
- ¿Cuándo salen los dientes?
- ¿La salida de los dientes duele?
- ¿Cuándo debemos empezar a cepillar la boquita del bebé?
- Si no hay dientes, ¿tengo que hacer algo?
- Y para cepillar, ¿qué necesitamos?
- ¿Qué sucede si mi hijo se traga la pasta?
- ¿Cuántas veces al día debemos cepillarnos los dientes?
- ¿Es mejor un cepillo eléctrico o uno manual?
- Y la pregunta del millón, ¿cómo cepillar la boca del bebé?
- ¿Cuándo acudir al odontopediatra?
La caries es la enfermedad crónica con mayor incidencia a nivel mundial. Casi un 100% de los adultos la padecen y, en la población infantil, los datos no son muy esperanzadores tampoco: entre un 60-90% de los niños y las niñas del planeta tienen lesiones de caries.
Aunque la caries es una enfermedad multifactorial, es decir, que depende de muchos factores, la presencia de azúcares en la dieta y la falta de un correcto cepillado suelen ser las causas principales.
Nuestra boca contiene naturalmente muchos tipos diferentes de bacterias que, cuando estamos sanos, se encuentran en equilibrio. Cuando comemos, las bacterias se adhieren al diente, donde se acumulan los restos de comida, y forman una película conocida como “biofilm bacteriano” (placa). Si no se elimina esta placa a través del cepillado y la pasta fluorada, se produce la desmineralización del esmalte, que es la capa más superficial del diente.
Estos cambios estructurales en el diente, producidos principalmente por la presencia de azúcar en la dieta, pueden acabar provocando una mancha blanca en el esmalte, que es el primer signo de caries; los “agujeros negros”, en realidad, son una manifestación agravada y tardía de la enfermedad cariosa.
En definitiva, la caries es prevenible y no transmisible; transmitimos hábitos, pero no caries. Por eso, debemos conocer y aplicar los consejos básicos de higiene oral desde la salida del primer diente, ya que no hay mejor ataque que una buena defensa.
¿Cuándo salen los dientes?
Los primeros dientes de leche salen en torno a los seis meses de vida. Sin embargo, hay excepciones: algunos bebés nacen incluso con dientes, lo que se conoce como dientes neonatales o natales; otros, en cambio, van con más calma, llegando a “soplar la primera vela” sin un solo diente.
Es posible que la salida de los primeros dientes pueda retrasarse hasta los 18 meses, aproximadamente. A partir de ahí, sería necesario realizar un estudio individualizado.
En cuanto a los dientes definitivos, la primera visita del Ratoncito Pérez o del Hada de los dientes tendrá lugar alrededor de los seis años. Pero si tu hijo ha ido más lento con la salida de los dientes de leche, también lo hará con el recambio dental. Cada niño es único, y también lo es el ritmo de la salida de sus dientes.
Y, por cierto, las primeras muelas definitivas nacen detrás de las de leche, sin recambiar ninguna de estas, justo al fondo de la boca. ¡Estad muy atentos con la limpieza, porque esa muela ya no se cae!
¿La salida de los dientes duele?
La evidencia científica indica que la salida de los dientes puede generar síntomas semejantes a una inflamación localizada y transitoria, es decir, calor (ligera subida de la temperatura, pero nunca fiebre), rubor (enrojecimiento de la encía) y dolor o molestia, traducido como cierta irritabilidad, que, en algunos menores, puede ser más intensa, mientras que, en otros, es inexistente.
Para aliviar al bebé, no hay nada mejor que aplicar algo frío en la zona, como lo harías con un golpe en la rodilla o en la frente, que también es una inflamación, con mordederas, cubos de hielo de leche materna o de fórmula... y una buena dosis de mimos.
No se recomienda frotar las encías con cremas con anestésico u otros fármacos, incluyendo productos homeopáticos, ya que, tal y como recoge la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA), estos productos pueden no ser seguros para la salud de tu pequeño por contener compuestos potencialmente alergénicos o de dudosa eficacia, con riesgo de sobredosificación.
Los collares de ámbar tampoco han demostrado tener ninguna eficacia sobre la salida dental, y, sin embargo, sí pueden suponer un riesgo de asfixia para el bebé.
¿Cuándo debemos empezar a cepillar la boquita del bebé?
Debemos comenzar con la higiene dental tan pronto salga el primer dientecito, independientemente de la edad que tenga el bebé (incluso si es recién nacido y ya tiene algún diente) y de cuál sea su dieta, es decir, aunque aún no haya comenzado la alimentación complementaria y solo esté con leche.
Cada vez que ingerimos alimentos, comenzamos la digestión. Esta, que se inicia en la boca, genera cambios en la saliva, como es una bajada del pH, que, a su vez, altera el equilibrio bacteriano. Este proceso desencadena la desmineralización del esmalte.
Por eso, la manera de contrarrestar la desmineralización es reforzando la remineralización a través del correcto cepillado dental con pasta fluorada, ya que el flúor es el producto con mayor evidencia científica en los procesos de remineralización dental, es decir, de “endurecimiento” del esmalte. Así que, desde el primer diente, un buen cepillado.
Si no hay dientes, ¿tengo que hacer algo?
Dado que la caries es una enfermedad que afecta a los dientes, no hay evidencia de que limpiar la boquita del bebé en ausencia de dientes sirva para algo.
Hasta hace poco, esta práctica se recomendaba como medida para instaurar el hábito. Sin embargo, hoy en día, se sabe que, en realidad, pasar una gasa humedecida o un dedal de silicón puede alterar la microbiota oral, que está madurando en los primeros meses, especialmente, si hay lactancia materna exclusiva.
Por lo tanto, es mejor guardar las ganas y la motivación para cepillar la boca de nuestro pequeño una vez aparezca el primer diente, pero no necesariamente antes.
Y para cepillar, ¿qué necesitamos?
Los indispensables para el cepillado son una pasta fluorada de 1.000-1.500 ppm (partes por millón) de flúor, tal y como recomienda la Organización Mundial de la Salud en su Guía de 2020 titulada Early Chilhood Caries, y un cepillo “normal” (nada de dedales de silicón o gasas).
Para elegir la pasta de dientes, no hay que atender, entonces, a la edad del bebé, ni tampoco a la edad que se indica en el tubo de pasta. Lo único en lo que debes fijarte es en buscar las “ppm” (partes por millón) de flúor, que encontrarás en la parte de “ingredientes”.
¿Qué sucede si mi hijo se traga la pasta?
Basta con aplicar las cantidades recomendadas de pasta: cantidad de grano de arroz para menores de tres años y cantidad del tamaño de un chícharo a partir de los tres años. No es necesario llenar de pasta dental el cabezal del cepillo, a ninguna edad, a pesar de que lo veamos en películas y anuncios de televisión.
Y tampoco es necesario enjuagarse con agua: por un lado, porque un bebé no sabe hacerlo; y, por otro, porque, con el agua, diluimos la concentración de flúor y, con ello, su eficacia. Con esta dosificación, el uso de flúor es seguro y más que testado a nivel científico, tal y como recoge la Sociedad Española de Odontopediatría (SEOP), entre otras sociedades científicas.
¿Cuántas veces al día debemos cepillarnos los dientes?
Para que el flúor de la pasta haga su función de remineralizar, es necesario cepillarse los dientes al menos dos veces al día.
Pero, además de saber cuántas veces cepillarnos, es importante saber cuándo hacerlo, ya que los bebés ingieren alimento con más frecuencia (sea leche o sólidos). Por este motivo, están más expuestos a la desmineralización, aumentando, así, su riesgo de caries. Una vez hecho el cepillado, se recomienda esperar todo lo posible a la siguiente ingesta o toma (idealmente, al menos una hora).
Al contrario de lo que se creía hasta hace poco, a la luz de las últimas investigaciones, la lactancia materna no es un agente causal de caries, como mucho, quizás, un factor más de riesgo. Sin embargo, dado que con la lactancia materna todo son beneficios a nivel de salud individual y colectiva, no deberíamos sugerir la reducción ni de una sola toma por posible riesgo de caries.
Lo que sí deberíamos hacer es aumentar los factores de protección, como es la frecuencia del cepillado (hacer más de dos diarios) o incrementar la concentración de flúor (además de respetar el horario mencionado).
¿Es mejor un cepillo eléctrico o uno manual?
El cepillo que mejor cepilla es el que se usa. Esta perogrullada quiere decir que no debemos hacer grandes inversiones para tener “el mejor cepillo”, ya que lo más importante es la técnica de cepillado, no el instrumento de aplicación en sí.
No obstante, de manera ideal, escogeremos un cepillo con cabezal pequeño, ya que lo introduciremos en la boca pequeña del bebé, con cerdas suaves de nailon y mango amplio, para facilitar un mejor agarre por parte del adulto que lo cepilla. Porque, igual que le cambiamos el pañal, también debemos responsabilizarnos del cepillado de nuestro hijo, al menos, hasta que tenga la destreza psicomotriz como para atarse las agujetas de los zapatos por sí solo, en torno a los seis años.
Y dentro de este amplio abanico de posibilidades, tan válido es un cepillo manual como eléctrico. En niños, no hay evidencia de que el cepillo eléctrico sea mejor que el manual, ya que “no es el arco ni la flecha, sino el indio que la dispara”. Sin embargo, si este va a ayudar a la rutina dental, bienvenido sea.
Y la pregunta del millón, ¿cómo cepillar la boca del bebé?
Tenemos que tener claro que el cepillado dental es sinónimo de salud oral. Por ello, debemos recalcar que es un hábito necesario, saludable y no negociable, como no lo es cambiar un pañal sucio.
Para ser resolutivos y eficientes, lo ideal es posicionarse detrás del bebé, ya sea acostado o, si su desarrollo ya lo permite, sentado (sobre la silla de comer, por ejemplo), y usar nuestras dos manos: una para cepillar y la otra para levantar/separar el labio. Esta técnica que, acuñada por la Academia Americana de Odontopediatría (AAPD, según sus siglas en inglés), se llama lift the lip, es un imprescindible para un correcto cepillado con pasta fluorada.
Asimismo, durante el proceso de cepillado, suele ayudar cantar canciones divertidas, mantener la calma y recordar a los peques en todo momento lo mucho que les queremos.
¿Cuándo acudir al odontopediatra?
Salvo sospecha de patologías, como presencia de un frenillo lingual corto, que debería valorarse cuanto antes, la primera revisión con el odontopediatra (el dentista especialista en niños) se recomienda con la salida de los primeros dientes.
Esto sería lo ideal, para poder conocer e implementar cuanto antes unas correctas medidas higiénico-dietéticas, bajo la filosofía compartida por la Academia Americana de Odontopediatría (AAPD): primer cumpleaños + primera visita al odontopediatra = 0 CARIES. Al fin y cabo, si vas al pediatra para una revisión, ¿por qué no acudir al especialista dental de los niños?
Ese primer “contacto” ayudará a promover la colaboración del niño en el gabinete dental, ya que, antes que el diente, va el bienestar del paciente. Para ello, es fundamental buscar tu “hogar dental”, en el que, a través de la prevención, ayudemos a que los posibles miedos (y llantos) de las primeras veces se vayan disipando, para dejar hueco a sonrisas sanas y eternas.
Yaiza Cuba
Licenciada en Odontología
Máster en Odontopediatría Integral Infantil y Hospitalaria
y Asesora de lactancia