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Cesárea: ¿cuándo está indicada? El ginecólogo informa
13 Dec 2023
La cesárea es el procedimiento quirúrgico que permite al bebé nacer por vía abdominal en aquellos casos en los que el parto vaginal no es seguro para la mamá y el bebé. Pero, ¿en qué casos está realmente indicada? ¡Te lo contamos!
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Idolatrada y temida a partes iguales por la población, la cesárea debe ser entendida y empleada como una alternativa al parto vaginal cuando este no es seguro. Por tanto, su objetivo es el de preservar la vida de la madre y del bebé, así como evitar o disminuir las secuelas de un embarazo y un parto complicados.
Existen indicaciones bien definidas en las guías clínicas de obstetricia para la realización de una cesárea. Esta puede ser electiva (antes del trabajo de parto), si conocemos una patología donde el riesgo-beneficio es claramente favorable a la extracción del feto por vía abdominal; o bien producirse durante el trabajo de parto por situaciones no previstas, bien con carácter urgente o no urgente.
Cesárea: ¿en qué casos se programa antes del parto?
Es lo que se conoce como cesárea electiva o cesárea programada. Esta se realiza en embarazadas con patología materna o fetal que contraindique o desaconseje un parto por vía vaginal. En general, suele indicarse una cesárea en los siguientes casos:
- Presentación de nalgas o anómala, como situación transversa u oblicua. Antes del parto, y si no hay contraindicación, se puede ofrecer a la embarazada la posibilidad de realizar una versión cefálica externa del bebé, en la semana 37-38 de gestación, para darle la vuelta y posibilitar un parto vaginal.
- Placenta previa, parcial u oclusiva. Cuando la placenta obstruye parcial o completamente el orificio cervical impidiendo la salida del bebé por el canal de parto.
- Macrosomía fetal. Si el peso estimado ecográfico del bebé es superior a 5 kilos, se considera la necesidad de practicar una cesárea. También en caso de madre diabética con un bebé de más de 4.5 kilos de peso.
- Cesárea previa. Por lo general, la cesárea se indica a mujeres que han tenido dos o más cesáreas con anterioridad, debido a un posible riesgo de ruptura uterina. Sin embargo, en ciertos casos, se puede intentar un parto vaginal si no hay factores de riesgo que lo contraindiquen.
- Enfermedades sistémicas maternas o infecciones. Es el caso de patologías médicas de la madre que desaconsejen un parto vaginal, como tratamientos para el cáncer, cardiopatías severas, riesgo de accidente cerebrovascular (AVC), malformaciones del sistema nervioso central, etc.
También si existen infecciones en curso que se pueden transmitir de forma vertical durante un parto vaginal: VIH no tratado, sífilis, condilomatosis severa, herpes genital en primoinfección, etc. - Cicatrices uterinas de cirugía ginecológica (miomectomía, endometriosis, etc., que han afectado a la cavidad endometrial) y ruptura uterina en parto anterior por el riesgo de recurrencia.
- Algunos casos de prematuridad y gestaciones múltiples. Esto dependerá de las circunstancias individuales de cada caso. Pero, por ejemplo, la cesárea está indicada en un embarazo gemelar si la posición de alguno de los bebés no es cefálica.
- Causas maternas y psicológicas. En especial, relacionadas con traumas anteriores de la esfera psicosexual (unidos al vaginismo), así como miedos y fobias al parto en estados depresivos y ansiosos.
- Circunstancias sociales, familiares y culturales de la paciente en una cesárea a demanda. Si bien la paciente tiene el derecho final a decidir esta vía de parto, debe ser aconsejada de forma minuciosa sobre sus riesgos y complicaciones al tratarse de una cirugía mayor.
Cesárea: ¿cuándo se recurre a esta intervención durante el parto?
Es posible que, una vez iniciado el parto, se presenten situaciones que requieran la realización de una cesárea. Por ejemplo:
- Fracaso de la inducción del parto: no se llega a las condiciones idóneas del cuello uterino tras unas horas de contracciones regulares.
- Estacionamiento del parto por falta de dilatación o descenso del bebé.
- Desproporción cefalopélvica (DCP): es decir, que la cabeza del bebé sea demasiado grande para pasar a través de la pelvis de la madre, y no sea posible extraerlo con instrumental.
Asimismo, durante la fase del expulsivo, se pueden dar situaciones no previstas y de extrema urgencia que requieran una intervención quirúrgica, como:
- Sufrimiento fetal, por una sospecha de pérdida de bienestar fetal.
- Sospecha de ruptura uterina.
- Desprendimiento de placenta. En este caso, se requiere la extracción inmediata del bebé para evitar daños ocasionados por la falta de oxígeno.
- Hemorragia vaginal o pélvica que compromete el estado materno.
- Prolapso del cordón umbilical: se produce cuando, tras la ruptura de la bolsa, el cordón umbilical sobresale por el cuello del útero antes que la cabeza del bebé.
Menos cesáreas con una atención más personalizada
Tal y como nos recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS), los profesionales sanitarios debemos racionalizar la cantidad de cesáreas realizadas. Esto pasa por personalizar la medicina y dedicarle a cada paciente lo que necesita, tanto en su parte clínica como emocional.
Asimismo, las pacientes embarazadas deben tener y fomentar un vínculo de confianza con los médicos ginecólogos, obstetras y con todos los sanitarios que las atiendan (enfermeros/enfermeras, pediatras, anestesiólogos), y transmitirles todas sus dudas y miedos para que puedan resolverlos antes del parto.
Precisamente, ese vínculo mejorará la experiencia del parto. Y en caso de necesitar una cesárea, se cerrará el círculo de una medicina bien hecha, y una mamá y un bebé sanos y felices.
Dr. Néstor Herráiz
Ginecólogo y Coordinador de urgencias ginecológicas y obstétricas en el Hospital Quirónsalud Zaragoza
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