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La alergia es una reacción exagerada del sistema inmunitario frente a algo que teóricamente no es peligroso, como, por ejemplo, un alimento que hemos consumido varias veces en nuestra vida. El cuerpo lo reconoce como algo extraño e incluso dañino para nosotros, por lo que busca eliminarlo del organismo.
Existen alimentos que son mucho más alergénicos que otros, aunque, en realidad, cualquier alimento podría dar alergia.
Podemos sospechar de una alergia alimentaria IgE mediada (inmediata) cuando aparecen los siguientes síntomas de forma habitual, en menos de 1-2 horas tras el contacto con el alimento:
También existen otro tipo de alergias, las no IgE mediadas, que se caracterizan por una aparición más retardada de los síntomas, y que pueden tardar incluso semanas en desaparecer. Los síntomas pueden ser distintos, en función del nivel de afectación del tubo digestivo:
No existe una sola prueba que nos pueda decir a qué somos alérgicos o a qué nos haremos en un futuro. Las pruebas que utilizamos los alergólogos para poder hacer el diagnóstico se realizan después de la primera reacción para confirmar o descartar, pero no pueden predecir una alergia futura.
Las pruebas que se utilizan con frecuencia son:
Si estas pruebas cutáneas o de análisis son positivas, marcan una sensibilización, y se acompañan de síntomas relacionados con la reacción, entonces podemos hablar de alergia.
Por desgracia, el único tratamiento eficaz es la evitación del alimento que nos produce alergia, y estar muy pendiente de las recomendaciones del alergólogo para ver qué sucede con alimentos similares o de la misma familia, así como con las trazas.
En casos seleccionados con mucho cuidado, y sobre todo aquellos en los que la vida del niño corre peligro con pequeñas cantidades de alimento, se plantean desensibilizaciones. Este procedimiento consiste en ir incrementando de forma muy progresiva y siempre en un ambiente seguro hospitalario dosis crecientes del alimento hasta poder conseguir una dosis segura y eficaz para no tener síntomas. Es muy importante no dejar de tomar el alimento para que nuestro sistema inmunitario
no vuelva a confundirse y a reaccionar contra él.
La niña o el niño debe conocer muy bien su alergia y también las personas que los cuidan, tanto en casa como en la escuela.
Es de vital importancia que siempre lleve encima su kit de emergencia y sepa usarlo en caso de alguna ingesta accidental. Dependiendo de cada peque, y en dosis ajustadas a su edad y/o peso, este kit puede contener:
Tu alergólogo te hará un informe y prescribirá la medicación, pero también es importante informar en la escuela sobre las alergias de tu peque para saber cómo actuar en cada caso.
Asimismo, existen algunas herramientas para poder identificar el tipo de reacción, como ALLERGAPP APP, para Android e IOS, diseñada por un compañero alergólogo, el Dr. Antonio Letrán, y un papá cuya hija presenta alergias. Esta app te ayuda en la toma de decisiones según los síntomas, presenta un vídeo explicativo sobre cómo usar la adrenalina, permite anotar la caducidad, entre mucha otra información de interés.
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Las guías actuales sobre alimentación complementaria recomiendan la introducción de la mayoría de los alimentos a partir de los seis meses de edad de forma progresiva, y cada día uno distinto, para comprobar su tolerancia.
Con los alimentos más alergénicos, no se debe hacer excepciones, por lo que no se debe retrasar su introducción. En realidad, existen varios estudios que demuestran que su introducción temprana (a partir de los seis meses) puede ser beneficiosa y prevenir la aparición de alergias alimentarias.
La única consideración que debemos tener en cuenta es que los alimentos se introduzcan durante 3-5 días y que se haga al mediodía, para poder controlar una posible reacción. Las hojas de recomendaciones antiguas donde cada mes introducíamos determinados alimentos están totalmente obsoletas.
En la actualidad, existen múltiples teorías y afirmaciones que podrían explicar por qué cada vez hay más personas con alergias.
Una de ellas es la hipótesis de la higiene, según la cual el aumento de la prevalencia de las enfermedades alérgicas se debe al incremento de la limpieza y al uso excesivo de los tratamientos antibióticos en los últimos años.
Asimismo, existen múltiples factores, como la epigenética (las modificaciones en los genes por factores ambientales), que pueden influir en el desarrollo de las enfermedades alérgicas y que, sumados a la predisposición familiar, pueden hacer que nuestra descendencia desarrolle una alergia.
Lo que está claro es que hoy en día no comemos lo mismo que nuestros padres o abuelos. El alimento de hoy no siempre es de temporada, a veces viene de muy lejos y está genéticamente manipulado para que sea más bonito y brillante.
Además, con la contaminación y el efecto climático mundial, las frutas y las verduras cada vez tienen que hacerse más resistentes. En consecuencia, determinadas proteínas que están en su piel deben hacerse más potentes y, por tanto, pueden encontrarse en una concentración mayor y afectarnos más.
La alergia alimentaria es un problema de salud cada vez más frecuente entre los más pequeños. Existen varias teorías que explican su origen y el aumento tan significativo de casos, aunque, según los últimos estudios, la introducción de alimentos potencialmente alergénicos al inicio de la alimentación complementaria, lejos de predisponer al desarrollo de una alergia a ese alimento, como se creía hace unos años, podría prevenir incluso su aparición. El único tratamiento eficaz frente a la alergia alimentaria es evitar el alimento desencadenante y tener siempre a mano un kit de emergencia, que incluye antihistamínicos y adrenalina.
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