El cuento de "Ricitos de Oro y los tres osos" y sus moralejas

16 Mar 2022
Ricitos de oro

Te contamos el cuento de 'Ricitos de Oro y los tres osos' para que puedas explicárselo a tus hijos y descubrir, junto a ellos, cuáles son sus moralejas. Se dice que este cuento proviene del folklore escocés y, desde que en 1837 se publicara por primera vez, se ha reeditado repetidamente hasta formar parte de la tradición cuentística europea.

'Ricitos de Oro' es un cuento cuyas enseñanzas pueden interpretarse bajo el prisma de varias moralejas: se debe respetar la intimidad de los demás; debemos compartir lo que tenemos con los demás; y, por último, no debemos conformarnos con lo primero que encontramos y hay que perseverar hasta encontrar lo más apropiado para nosotros.

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El cuento 'Ricitos de oro y los tres osos'

Érase una vez, en un bosque, una casita donde vivía una familia de osos: papá oso, que era muy fuerte y muy grande; mamá osa, que era muy dulce; y el bebé oso, que todavía era muy pequeño.

Cada mañana, mamá osa preparaba avena para desayunar: un bowl grande para papá oso, un bowl mediano para ella y un bowl pequeño para el bebé. Pero, cada día antes de desayunar, salían los tres juntos para dar un paseo por el bosque.

Un día, mientras la familia de osos daba el paseo, una niña que también paseaba por el bosque llegó a la casa de los tres osos. “¡Pero qué casa tan bonita! ¿Quién vivirá en ella? Voy a entrar a ver…”. Y, como no había nadie en la casa y la puerta estaba abierta, la niña decidió entrar.

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Ella era una niña con un pelo tan rubio y tan rizado que todos la llamaban Ricitos de Oro. Lo primero que vio cuando entró en la casa fue que había tres sillones en la sala. Primero se sentó en el más grande, que era el de papá oso, pero, como lo encontró muy duro y no le gustó, decidió probar el sillón mediano, el de mamá osa, pero le pareció demasiado blando. Así que se sentó en el del bebé oso, que pese a ser de su tamaño, se rompió.

Entonces, se fue del sala y entró en la cocina, donde le esperaban los tres bowls de avena que había preparado mamá osa para desayunar. “¡Mmm qué bien huele”, pensó la niña. Y Ricitos de Oro decidió probar el desayuno de los tres osos. Primero, probó el más grande, el de papá oso, pero, como estaba demasiado caliente y se quemó, decidió probar el mediano, que era el de mamá oso. Pero éste tampoco le gustó, pues estaba demasiado salado. Y entonces probó el bowl de avena de bebé oso y le gustó mucho. Estaba tan bueno y tan dulce que se acabó todo el bowl y luego le dio sueño.

Así que decidió acostarse un rato y dormir. Ricitos de Oro encontró una habitación con tres camas e intentó subirse a la más grande, pero no pudo porque era la de papá oso. Probó la cama de mamá osa, pero era demasiado blanda y no le gustó. Entonces, probó la cama de bebé oso, que era la más cómoda y en ella se quedó dormida rápidamente.

Cuando volvieron los tres osos del paseo, enseguida se dieron cuenta de que alguien había estado en su casa. Entonces, encontraron a Ricitos de Oro durmiendo plácidamente en la camita del bebé oso. La niña despertó al instante y corrió para salir huyendo de vuelta a su casa. 

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REDACTORA MI BEBÉ Y YO. Coordinadora de la sección Mujer Hoy, y experta en embarazo, bebés y niños.