El cuento de 'El patito feo'

13 Dec 2023
El patito feo

Entre los clásicos cuentos infantiles está el de 'El patito feo', una historia que suele gustar mucho a los niños. Te contamos este bonito cuento para que puedas explicarlo a tus hijos y descubrir, junto a ellos, cuáles son sus moralejas. 

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Uno de los cuentos infantiles más populares de todos los tiempos y que todos hemos conocido de pequeños es el cuento de 'El patito feo'.

Cuál es la historia de 'El patito feo'

'El patito feo' narra las desdichas de un patito que nace diferente a los demás, siendo de pelaje oscuro y feo respecto al resto de sus hermanos, que son hermosos.

El pobre patito crece acomplejado e infeliz, sintiéndose diferente a los demás y viéndose feo y rechazado por todo el mundo.

Sin embargo, al crecer, se convierte en un precioso cisne, pues siempre lo había sido sin saberlo. De ese modo, se convierte en el más bello de los animales del estanque, algo en lo que ni siquiera podía soñar.

Cuál es la moraleja del cuento de 'El patito feo'

El cuento de 'El patito feo' tiene una moraleja muy instructiva para los niños: no se debe juzgar a alguien por su aparencia, pues la belleza reside en el interior. En el caso de el patito, cuando es feo todos lo rechazan, pero, en cambio, al convertirse en un cisne, todos quieren saber de él.

Es importante educar a los niños en el hecho de no rechazar a nadie por su aspecto, tratar a todos por igual, ya que rechazar a otro niño por ser diferente al resto en algún aspecto, puede tener consecuencias muy graves para él: sentirse inferior, inseguro, con autoestima muy baja... Es importante recalcar a los niños la moraleja de el cuento de 'El patito feo'.

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El cuento de 'El patito feo'

Érase una vez una granja en la que todos los animales esperaban el nacimiento de los pollitos de mamá pata, que podían llegar en cualquier momento. Y entonces, el día más caluroso del verano, mamá pata escuchó de repente…"¡cuac, cuac!" y vio al levantarse cómo uno por uno los pequeños polluelos empezaban a romper el cascarón. Todos menos uno.

- ¡Eso es un huevo de pavo! - le dijo una pata vieja a mamá pata.

- No importa, le daré un poco más de calor para que salga.

Pero cuando por fin salió, resultó ser un pato totalmente diferente al resto. Era grande y feo, y no parecía un pavo. El resto de animales del corral no tardaron en fijarse en su aspecto y comenzaron a reírse de él. 

Su madre lo defendía pero pasado el tiempo ya no supo qué decir. Los patos le daban picotazos, los pavos lo perseguían y las gallinas se burlaban de él. Al final, su propia madre acabó convencida de que era un pato feo y tonto y le dijo que se fuera de allí. 

El pobre patito se sintió muy triste al oír esas palabras y escapó corriendo ante el rechazo de todos. Acabó en una ciénaga donde conoció a dos gansos silvestres que a pesar de su fealdad, quisieron ser sus amigos. Pero un día aparecieron allí unos cazadores y acabaron con ellos. De hecho, el patito estuvo a punto de correr la misma suerte que sus amigos, de no ser porque los perros lo vieron y decidieron no morderlo.  

Continuó su viaje y acabó en la casa de una mujer anciana que vivía con un gato y una gallina. Pero como no fue capaz de poner huevos, también tuvo que abandonar aquel lugar. Hasta que un atardecer de otoño observó el cielo y vio una parvada de pájaros grandes muy bonitos. Él no lo sabía, pero no eran pájaros, sino cisnes. Deseó con todas sus fuerzas ser uno de ellos, pero abrió los ojos y se dio cuenta de que seguía siendo feo. 

Pasó el otoño, llegó el frío invierno y el patito pasó muchas calamidades. Un día de mucho frío se metió en el estanque y se quedó helado. Tuvo suerte de que un campesino lo viera y lo sacara de allí. A pesar del duro invierno, a lo largo del cual pasó hambre y frío, logró sobrevivir hasta que, por fin, llegó la primavera. 

Una tarde en la que el sol empezaba a calentar decidió acudir al parque para contemplar las flores. Allí vio en el estanque dos de aquellos pájaros grandes, blancos y majestuosos que había visto volar en otoño. Volvió a quedarse hechizado mirándolos, pero esta vez tuvo el valor de acercarse a ellos. Voló hasta donde estaban y entonces, algo llamó su atención en su reflejo. ¿Dónde estaba la imagen del pato grande y feo que era? ¡En su lugar había un cisne! ¡Se había convertido en cisne! Siempre lo había sido. Desde aquel día el patito tuvo toda la felicidad que hasta entonces la vida le había negado.

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REDACTORA MI BEBÉ Y YO. Coordinadora de la sección Mujer Hoy, y experta en embarazo, bebés y niños.