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El cuento de 'El lobo y los siete cabritos'
Una de las historias más educativas y curiosas para los peques es el cuento de El lobo y los siete cabritos. La clásica historia de los hermanos Grimm trata el tema de dejar a los niños solos en casa y el peligro que encierra.
La moraleja del cuento de El lobo y los siete cabritos recuerda que siempre hay que hacer caso a los padres y no hay que confiar nunca en los desconocidos. Pero, sobre todo, enseña que nunca hay que abrir la puerta de casa a un desconocido, por mucho que insista. Este cuento encanta a los pequeños, pues incluye partes alegres, tristes y un final feliz que no los dejará indiferentes.
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'El lobo y los siete cabritos'
Érase una vez una mamá cabra que vivía en un bonita casita en el bosque junto a sus siete cabritos. Un día, la madre tuvo que salir, dejando a sus hijos solos en casa. Pero, antes de salir, les avisó seriamente de que no abrieran la puerta a ningún desconocido. Les advirtió que tuvieran mucho cuidado con el lobo, pues éste siempre andaba cerca de esa zona del bosque.
La mamá cabra salió de casa y no había pasado mucho rato cuando los cabritos oyeron que alguien llamaba a la puerta. Se escuchó una voz que dijo: “Abran la puerta, hijos míos. Soy su madre y he vuelto con un regalo para cada uno de ustedes”. Pero los cabritos pudieron ver las feroces patas del lobo por la ventana y dijeron: “¡Vete! ¡Nuestra madre no tiene las patas negras como las tuyas!”.
El lobo se marchó, pero no tardó en volver con las patas manchadas de harina y gritó: “Abran la puerta, hijos míos. Soy su madre y he vuelto con un regalo para cada uno de ustedes”. Los siete cabritos gritaron a la vez: "¡Primero, enséñanos las patas para saber si eres nuestra madre!". El lobo enseñó suspatas emblanquecidaspor la ventana y los cabritos abrieron la puerta pensando que era su mamá. Entonces, el lobo entró rápidamente en la casita para comérselos.
Con la panza llena, el lobo se marchó satisfecho a tomar una siesta en el claro del bosque. Al mismo tiempo, la mamá de los cabritos regresó a la casita y, enseguida, se dio cuenta de que algo no estaba bien. Por suerte, el más pequeño de sus hijos había conseguido permanecer a salvo escondido y le contó a su madre todo lo que había pasado.
La mamá cabra lloró por sus hijos pero salió en su busca. Al llegar al prado donde dormía el lobo, pudo ver que en su abultada panza algo se movía. Así que pidió a su hijo más pequeño que trajera de casa las tijeras, hilo y aguja. Con todo ello, consiguió abrir la panza del lobo y sacar a sus siete cabritos sanos y salvos. Rellenó la panza del lobo con piedras y la cosió. De este modo, los siete cabritos pudieron regresar a casa junto a su querida mamá.
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