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Cuidar al bebé desde el vientre
Los bebés aprenden todo sobre la madre desde el útero materno, especialmente a sentirse queridos. Por eso, es importante que, durante la gestación, se sientan en paz y muy queridos.
Según la tradición del pueblo Yupik, aborígenes de Alaska, el espíritu de un bebé en desarrollo dentro del útero materno recoge todas las emociones y acontecimientos que les están sucediendo a su madre y a su familia durante su gestación, por lo que deben concienciarse de proveer al bebé paz y mucho amor.
"El estrés, la ira, la pena o la frustración de la madre pueden ser absorbidos por el feto en desarrollo y mantenerse dentro, lo que supone para el niño una gran carencia desde el comienzo de la vida. Conocedores de lo consciente que es un feto en crecimiento, los Yupik enseñan a las futuras madres lo importante que es para su bebé que ellas estén en paz y que se den cuenta de que el niño está aprendiendo desde ya, mucho de ellas, especialmente sobre ser amados", según se explica en el libro La Voz de las 13 Abuelas: Ancianas Indígenas Aconsejan al Mundo, de Carol Schaefer (Editorial Luciérnaga)*.
"El niño también tendrá una carencia afectiva después del nacimiento, si los padres están demasiado ocupados como para alimentarlo y educarlo adecuadamente. Concienciar a la futura madre del gran impacto que ella tiene sobre su bebé incluso antes de su nacimiento encamina la relación para bien desde el principio".
La escritora Carol Schaefer reúne en su libro, La Voz de las 13 Abuelas, impresiones de 13 ancianas sabias de distintos continentes, consideradas por sus diferentes pueblos como guardianas de las enseñanzas de sus tribus, con el objetivo de unificar los corazones del mundo aportando para ellos consejos sobre la Vida.
Para las abuelas, la conexión con la madre tierra es tan esencial como la unión con la madre física. Si ambas desaparecen, su espíritu muere, aunque su cuerpo esté vivo. Para los indígenas todos los seres vivos estamos interconectados y formamos un solo espíritu, al igual que la madre y el hijo son un mismo ser cuando éste crece en su vientre.
Las ancianas han decidido compartir su sabiduría ancestral y secreta con el mundo debido a la alarmante corrupción innegable del espíritu de la humanidad. Según explican en el libro de Carol Schaefer, la familia humana global está perdida, confundida y enferma. Desconectados de nosotros mismos, nos desligamos del planeta que alimenta nuestro cuerpo y nuestra alma. Esta es la razón por las que estas mujeres sabias, curanderas, chamanas, parteras y sanadoras ruegan a las madres embarazadas y a sus familias que sean conscientes de lo que están aportando al bebé antes, durante y después de su nacimiento.
Según defiende la terapia regresiva al útero materno, el momento del nacimiento, el puente entre el estado de gestación y la salida a la vida, afectarán al bebé para el resto de su vida, al igual que las emociones que haya vivido durante su crecimiento.
Expertos en esta disciplina predicen el tipo de personalidad que puede tener el bebé en función de su forma de nacimiento. Un ejemplo gráfico es el de un bebé que queriendo nacer es retenido en su contra. Esto le provocará fobias a quedarse encerrado en sitios pequeños, como un ascensor o el metro, y tendrá sensación de angustia, inexplicable, y deseos de salir a tomar el aire de una manera compulsiva.
Las guardianas de los niños pretenden recordar a las mujeres todos estos detalles, tan esenciales y tan olvidados, por una sociedad exigente que no deja espacio para el desarrollo natural de la especie. Las necesidades profundas del ser humano, como tomarse el tiempo para nutrir a un bebé, van en contra de las exigencias de la vida moderna que hace enfermar a las madres y por tanto a sus hijos. La obligación de trabajar fuera de casa para ayudar a mantener a la familia, deja poco margen a la mujer para dedicarse a su bebé tal y como éste requeriría para gestarse desde el equilibrio de su madre. No obstante, la intención de proveer paz y armonía al bebé llegarán a su corazón antes de su nacimiento, pues sabe qué es lo realmente importante: la tranquilidad del espíritu.