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Zapatos para bebés y niños: la opinión de la podóloga
El tipo de calzado influye en el desarrollo del pie del niño. Por ello, es fundamental elegir un buen zapato, que esté respaldado por una marca de confianza. Te ayudamos a elegir los zapatos para bebés más adecuados.
La elección de un buen zapato para bebés es fundamental para el desarrollo de sus pies. Hasta que el niño cumple los tres años, el pie está en constante transformación, por lo que requiere unos cuidados y un tipo de calzado adecuado a su edad, que garantice su correcto crecimiento.
Por eso, en este artículo, te explicamos qué características tiene que reunir el calzado del bebé para evitar lesiones en sus pies y no interferir en su desarrollo fisiológico de la estructura, qué pasa con el desarrollo del arco interno, cómo elegir la talla correcta y cuándo deben cambiarse por otros zapatos.
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Zapatos de bebés: uno para cada edad
En primer lugar, hay que tener en cuenta que la mitad de la longitud total que alcanzará el pie del niño cuando llegue a la edad adulta se producirá en torno a los 12 y 18 meses de edad. Asimismo, la mitad de la estatura del adulto se alcanza a los dos años y la mitad de la longitud de los miembros inferiores, entre los 3-4 años.
El crecimiento tan rápido que experimenta el pie de un niño requiere cambios frecuentes de calzado. Por ello, hay que estar pendientes, ya que los niños no refieren dolor o molestias cuando el calzado les va quedando pequeño.
Por tanto, el niño necesita zapatos que se adapten progresivamente a las sucesivas etapas de su desarrollo, que son las siguientes:
- Hasta los 9 meses, la función de los zapatos es la de proteger los pies del pequeño del frío y de la humedad. A esta edad, el bebé está acostado la mayor parte del tiempo, por lo que es aconsejable que permanezca descalzo siempre que esté en casa o cuando la temperatura lo permita.
A la hora del paseo, es mejor cubrir sus pies con unas botitas tejidas o unos zapatos tipo guante, con el fin de que se mantengan calentitos y confortables. Es importante que la suela no sea rígida, sino que esté fabricada del mismo material que el resto del zapato, que, preferiblemente, debe ser sin costuras interiores. - Desde los 9 hasta los 11-14 meses, el niño ya suele gatear e intenta ponerse en pie. En estos meses, necesita un zapato que le proteja de los posibles golpes y de los roces del suelo, con refuerzos en el talón y en la puntera.
- De los 11-14 meses en adelante, el niño empieza a dar sus primeros pasos y sus pies soportan el peso de su cuerpo. Los zapatos del bebé le deben proporcionar seguridad y equilibrio, y deben elegirse con mucho cuidado.
- Cuando ya empiece a caminar con más soltura, es fundamental que los zapatos sean suaves y cómodos, y que dejen libres las articulaciones para permitir la completa libertad de movimientos. La suela puede ser de cuero o de goma, pero debe permitir flexionar el pie al niño. La horma del zapato debe ser ancha, para no comprimir el pie.
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Mejor no utilizar zapatos de bebé hasta que no empiece a caminar
Es necesario recordar que no se debe calzar con zapatos a los niños hasta que no comiencen a caminar. Y es que la suela, aun siendo flexible, dificulta el movimiento tan amplio que presenta el pie del niño y le impide que pueda tocarse los pies y explorar su propia sensibilidad.
Por otro lado, el reflejo de Babinsky está presente en condiciones normales en los recién nacidos hasta los 12 meses de edad. Este reflejo se presenta después de que se ha frotado la planta del pie. Entonces, el dedo gordo se mueve hacia arriba o hacia la superficie superior del pie, mientras que los otros dedos se abren en abanico. Por ello, tampoco es conveniente que el niño lleve una suela en dicho período, aunque sea muy flexible. Sería más adecuado un calcetín como protección frente al frío y dejarlo desnudo cuando las condiciones lo permitan.
¿Qué pasa con el desarrollo del arco interno del pie?
A las cuatro semanas de embarazo, aparece un primordio o prolongación de donde se desarrollará la extremidad inferior y, a partir de él, el pie del niño, en torno a la séptima semana de vida del feto. La conformación de la estructura del pie, que influirá en su función dinámica durante la marcha, la carrera o los saltos, se va adquiriendo conforme el niño crece.
Los lactantes presentan un pie plano, es decir, "fisiológico", ya que se encuentra dentro del desarrollo típico propio de edad en la que se encuentra. El aspecto aplanado del pie se debe a una combinacion de gran cantidad de panículo adiposo en el tejido celular subcutáneo de la almohadilla grasa plantar, que oculta el arco interior del pie, y la laxitud articular que le confiere un exceso de flexibilidad. Esto hace que colapse o descienda al arco interior.
Por ello, muchos padres recurren a calzado cuyas plantillas inferiores presentan un soporte en el arco interior, con el fin de favorecer su aparición, sin ser necesario. Y es que, en este caso, la literatura científica ya ha referido la ineficacia de las plantillas inferiores, y son otros los motivos los que pueden dificultar su adquisición.
Otro motivo de consulta es si los zapatos deben presentar otras piezas, como el tacón de Thomas para compensar la postura del pie. En la actualidad, esto ya no es necesario, ya que es preferible prescribir soportes plantares (plantillas) con aditamentos encaminados a la compensación de la funcion alterada. Dichos soportes plantares siempre deben ir prescritos por personal sanitario capacitado para ello.
Por otro lado, existen estudios que establecen una asociación entre el número de horas diarias de uso del calzado del bebé y el desarrollo del arco interno. Es mejor menos horas de uso de calzado promedio al día. Por ello, los niños pueden caminar descalzos o con calcetines en casa. Para evitar roces con objetos o muebles, y traumatismos en dedos y uñas, o posibles accidentes, deberían usar tenis infantiles.
Cómo elegir el calzado adecuado
A la hora de elegir los zapatos del bebé, se deben tener en cuenta unas sencillas normas:
- El calzado para el bebé debe ser transpirable. De este modo, se mantiene seco el pie y se disminuye la incidencia de comezón por maceración, rojeces y rozaduras por fricción, y probabilidad de aparición de infecciones por hongo y bacterias.
En este sentido, muchos zapatos para niños tienen plantillas especiales antibacterianas. Por otro lado, hay que tener en cuenta que los calcentines se deben cambiar siempre que sea posible. - La puntera debe estar reforzada. Así se evitan impactos en uñas y dedos, ya que esta zona es más susceptible de sufrir debido a la intensa actividad de los niños por el trote, saltos, carreras, etc.
En verano, la sandalia también puede llevar puntera para evitar la introducción de cuerpos extraños en el calzado, así como posibles traumatismos en las uñas y en los dedos. - Debe disponer de tiradores traseros, con el fin de facilitar la puesta del calzado.
- También debe estar dotado de sistemas, como velcro o cordones, que sujeten el antepié y permitan un mejor ajuste.
- Si el niño usa soporte plantar (plantillas), aunque no siempre es necesario, el calzado debe disponer de un contrafuerte posterior para una mayor sujeción del talón y de una suela rígida.
- Si el niño no lleva ningún tratamiento ortopodológico, las suelas del zapato deben ser flexibles.
- La suela debe ser antideslizante para disminuir el riesgo de caídas.
- Hay que evitar hacer un uso muy repetido y continuado de calzado tipo bota o abotinado. Lo más adecuado es que el calzado termine por los maléolos para dejar libertad de movimiento a la articulación del tobillo. Este tipo de calzado hay que dejarlo para días de frío o lluvia.
- También se debe evitar el uso de chanclas y de zuecos, por no llevar sujeción en el talón.
¿Está utilizando el niño el número de calzado adecuado?
- Para saber si el número de calzado que está usando el niño no es menor que su talla actual, en muchos calzados infantiles, encontramos una plantilla extraíble donde podemos testar la longitud de los pies.
- En la zona trasera presentan una línea a unos dos milímetros desde el borde posterior, donde se colocará el borde del talón.
- Hay otra zona en la parte distal, con una zona marcada donde debe hacer tope el final de los dedos. Normalmente, dicho tope se sitúa a unos dos centímetros del borde distal de la plantilla.
- Cuando quede medio centímetro para la punta de los dedos (generalmente, del dedo más largo del pie), se debería cambiar el calzado por una talla mayor.
- Esta comprobación debe realizar cada dos meses.
Dña. María de los Ángeles Serrano Moreno. Podóloga en Centro Médico Complutense (Grupo Virtus).