Conoce en este video los mejores trucos para enseñar a los niños a jugar con su mascota, de forma correcta y respetuosa. ¡Todos a divertirse de forma sana!
Cuando pensamos en la actividad divertida de nuestro perro, generalmente la imagen que nos viene a la mente es la de él devolviendo un palo que le aventamos o persiguiendo la pelota. Y si hay niños en la familia, se supone que ellos se encargarán de este aspecto y que seguro que el peludo amigo de 4 patas también lo agradecerá. Pero, ¿es realmente así? ¿Qué significa jugar para un perro? ¿Cuál es el enfoque correcto para esta actividad?
Todos deben divertirse
«Al igual que para los seres humanos, para los perros el juego podría definirse como algo placentero», afirma Elena Borrione, veterinaria experta en comportamiento animal. «Siempre digo que hay que teñirlo de emociones positivas. Este es el parámetro que sugiero monitorear para entender si la actividad que le ofrecemos es realmente un "juego" para él también o no. En otras palabras: ¿te estás divirtiendo?
Si los componentes emocionales toman el control que llevan fuera del contexto divertido (como la irritación y la frustración), entonces ya no podemos hablar de un juego. «Es importante que a los niños se les explique enseguida este aspecto», apunta Borrione, «y que un padre controle su actividad con el cachorro, sobre todo al principio: jugar con un animal implica respeto. Significa, de hecho, jugar juntos. La desesperación debe evitarse. Puedes dar este ejemplo y preguntarle al niño: “Si tus compañeros de equipo pasan la pelota sin que tú la atrapes, ¿te diviertes o al final te enojas? Lo mismo pasa con el cachorro…”».
Límites bien definidos
El juego es espontaneidad, pero es importante que tenga reglas. "Es un concepto que hasta los más pequeños pueden entender», subraya la especialista. "Si no se respetan las reglas, se generan peleas y cuando discutes, ya sabes, el juego se detiene".
Otra cosa importante: debe quedar claro cuándo empiezas y cuándo terminas. «Sobre todo si es un juego salvaje, es bueno que se mantenga cierto control y que la duración no se haga excesiva: cuanto más exageramos con los tiempos, más riesgo hay de que la actividad se convierta en algo menos placentero», observa la especialista. “Lo mejor sería terminarlo en una etapa en la que todos todavía se están divirtiendo. Por supuesto, no será fácil, pero aquí es donde surge el valor educativo del juego.
Es el adulto quien debe fijar ese límite más allá del cual acabaría en cansancio e irritabilidad. Si te detienes en ese momento, entre otras cosas, la emoción que se fije en la mente del animal será positiva y la sensación de gratificación estará en su máximo nivel. Esto también se le puede explicar al niño: “¿Viste cómo lograste entretenerlo? Es mejor parar hoy, sino se cansa mucho, pero mañana, cuando esté más descansado, puedes volver a hacerlo".
Además del valor gratificante y educativo, ¿qué otros aspectos intervienen en la actividad divertida de nuestro perro? “El juego satisface la necesidad de movimiento, pero también es una especie de entrenamiento mental”, explica el veterinario.
«Estimula sus capacidades cognitivas, desarrolla el autocontrol, aumenta la capacidad de adaptación a diferentes situaciones. Jugando, el animal aprende a conocerse mejor a sí mismo y al mundo que lo rodea, también puede tener experiencias fuertes, pero en un entorno protegido. Pensemos en los juegos de rol de nuestros hijos, de 'vamos a fingir': para el cachorro es un poco lo mismo. Aprende patrones de comportamiento que luego puede implementar. En definitiva, el juego es una especie de campo de entrenamiento para la vida, como para los seres humanos».
¿Qué es mejor elegir como compañero de juegos para un niño? «Los cachorros pasan gran parte de su tiempo jugando, por lo que podemos decir que su vivacidad encuentra un complemento perfecto en la vivacidad del niño», responde Elena Borrione. «Pero hay que decir que incluso al perro adulto le gusta jugar y dedica un 25-30% de su tiempo a actividades divertidas. En comparación con el cachorro, probablemente será menos impulsivo, ciertamente menos torpe y tosco, lo que puede ser un elemento positivo. Además, el perro adulto ya ha desarrollado esas habilidades de comunicación que el cachorro aún tiene que perfeccionar, es más paciente, sabe reaccionar de forma más controlada. La elección, pues, depende también de las necesidades de la familia, de la edad y del número de niños en la casa, del espacio y de los ritmos de la vida cotidiana».
¿Y qué hay de la raza? ¿Tiene algo que ver que el perro tenga una predisposición a un determinado tipo de juego frente a otro? “Hasta cierto punto, sí”, dice el experto. «Los juegos de movimiento, por ejemplo, se encuentran generalmente más expresados en perros de caza muy dinámicos (Beagle, Breton); las de tipo cooperativo son amados por los perros guía (Border Collie, Retriver); Las razas de cuerpo robusto (Dogo argentino, Bull dog) prefieren los juegos competitivos. Pero luego están las predisposiciones subjetivas e individuales, que también pueden alejarse de las inclinaciones de la raza a la que pertenece el perro”.
Peticiones
“Una clásica postura de invitación a jugar consiste en una especie de reverencia”, explica el veterinario Borrione. «El perro extiende las patas delanteras, sosteniendo las traseras en su lugar. Es una clara provocación, un poco como decir: "Entonces, ¿qué esperas para jugar conmigo?"». Sucede sobre todo con los niños, a los que les encantan los juegos 'fuertes': el niño se pelea con el perro y finge morderle las manos o los brazos. ¿Los dejamos ir o es mejor interrumpirlos?
La 'pelea fingida': un reto que siempre es mejor evitar
«Este tipo de juegos nunca es una buena idea», responde Elena Borrione. «Jugar significa que el perro experimente con canales de comunicación que podrá utilizar en el futuro, en otros contextos. Expliquémosle a nuestro hijo: hoy, mientras juega, el animal puede morderle las manos de forma no muy fuerte, pero mañana, cuando tal vez quiera decirle algo y no le haga caso, se le puede inducir. Usar el método de comunicación que ha aprendido en el juego. Pero llegados a este punto ya no hay control sobre la fuerza del mordisco, dado que habrá una emoción negativa en la base".
Cómo escoger los juegos
Las actividades a ofrecer a nuestras mascotas se pueden dividir en diferentes tipos. «Hay juegos colaborativos y juegos competitivos», explica el veterinario Borrione. «Los primeros son, por ejemplo, los del equipo “tú me traes la pelota o la rama y te doy una recompensa”. Incluso el simple paseo puede incluirse en este contexto, afrontar juntos un camino, turnarse de "ahora voy donde tú quieras", "ahora eres tú quien me sigue".
Los juegos competitivos son aquellos en los que se enfrentan unos contra otros: por ejemplo, tirando de una cuerda por un lado y del perro por el otro.
Naturalmente, es importante que este tipo de juego se mantenga bajo control, que no adquiera tonos exagerados y que se mantenga en un contexto lúdico. Para asegurarnos de que así sea, prestamos atención a las emociones de nuestro perro: si la diversión se convierte en frustración u otra emoción negativa, es mejor parar. Lo bueno es no quedarse estancado haciendo la misma actividad una y otra vez. Nosotros buscamos ser creativos, evitando la monotonía: nuestro amigo peludo nos lo agradecerá mucho».
¿Los perros y los gatos saben estar juntos y entretenerse?
«Si se acostumbraron desde cachorros, es posible que al perro y al gato les encante jugar juntos», dice Elena Borrione. “Hay muchos videos en Internet que demuestran esto. También puede haber actividades colaborativas: el gato sube al librero y tira el objeto que luego explora el perro. O el gato, que tiene un uso más preciso de la pata, que abre la puerta y el perro, que es más fuerte, que derrama la bolsa de comida…».
«Sobre todo con los cachorros, es bueno ofrecer diferentes experiencias sensoriales», dice Borrione. «Tela, cuerda, plástico, madera… Lo importante es que sean objetos seguros, con los que el perro no corre el riesgo de hacerse daño. Con el tiempo, será él quien nos haga comprender lo que prefiere».
¿Cómo jugar con tu perro de la mejor manera?
«Aprender a sentir y pensar 'como un perro' es lo primero que hay que hacer. Tratemos de entender con qué tipo de animal estamos tratando. ¿Qué le gusta? ¿Usas más tus patas o tu boca? ¿Es tímido o atrevido? Habiendo descubierto sus tendencias, podremos experimentar con las actividades más adecuadas».
¿Por qué es importante que sepa jugar solo?
«Ser algo autónomo le ayudará a gestionar su ansiedad al presenciar rituales de salida en los que él no está involucrado, la frustración frente a la puerta que se cierra y nos aleja de su vista. Es muy importante que tenga recursos, que sepa qué hacer en estos momentos. Por eso, desde pequeño es bueno enseñarle a 'cuidarse', al menos durante un tiempo".
¿Hay perros que no pueden jugar?
«Puede pasar con un perro que siempre ha vivido en un refugio. En estos casos, recomiendo darle tiempo para que se adapte y, mientras tanto, tratar de observarlo para ver qué es lo mejor para él. Otras veces, sucede porque hacemos el enfoque o la herramienta incorrecta: por ejemplo, una pelota que es demasiado grande. Y otra vez: el perro puede inclinarse a jugar solo con los niños, mientras que los adultos son vistos como los que se encargan de alimentarlo».
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