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La piel del niño nos proporciona una gran cantidad de información. Observándola, se puede saber si el pequeño goza de buena salud o si está afectado por algún trastorno, aunque solo sea pasajero. Las que nos indican que existe un desequilibrio en el organismo son una serie de señales “misteriosas”, no siempre fáciles de descifrar, que aparecen en la superficie de la piel del pequeño.
El ojo atento de los padres, a veces, no es suficiente para interpretarlas adecuadamente. En algunos casos, también es necesaria la ayuda de un dermatólogo. Por ejemplo, cuando en las mejillas del niño aparecen diminutos forúnculos (comedones) completamente rojos o con un puntito amarillo en el centro inmediatamente después del parto o durante el primer mes.
No se trata de la manifestación de una alergia o de la consecuencia de un esfuerzo que el pequeño ha realizado durante el parto. Tampoco se debe a una erupción debida a una mala digestión. Se trata de las señales del acné, que aparece en el 2-5 por ciento de los recién nacidos.
Esta alteración de la epidermis está favorecida por la producción de sebo. Y es que, en los meses posteriores al nacimiento, la producción de sebo es muy elevada, al igual que en la adolescencia.
- Relacionar la aparición del acné en el bebé con un alimento que la mamá ha tomado durante la lactancia no tiene ningún sentido. Hoy en día, no se puede demostrar que la dieta de la mamá favorezca la aparición del acné. Solo en casos muy raros, después de haber eliminado y de haber reintroducido la leche y sus proteínas en la dieta de la mamá, es posible demostrar una auténtica alergia a la leche.
- Lo que actualmente se sabe es que las hormonas sexuales masculinas, presentes en los niños y, en menor cantidad, en las niñas, juegan un papel muy importante en su aparición. Si el recién nacido las produce de forma abundante, o si la mamá las transmite en cantidades elevadas a través del cordón umbilical, estimulan la secreción de sebo.
- También se considera que el acné del bebé se debe a un desequilibrio del sistema inmunitario de la piel. Este desequilibrio provoca una hipersensibilidad a todo lo que sea irritante: saliva, orina, jabones, tejidos, etc.
- Para que el acné se manifieste, es necesario, además, que el pequeño esté genéticamente predispuesto a sufrir este trastorno. Los niños que nacen con folículos sebáceos más estrechos de lo normal en la parte final tienen mayores dificultades para que el sebo salga. Esto sucede, sobre todo, si se produce en gran cantidad.
Las mamás no se deben preocupar excesivamente si el acné aparece en los primeros días de nacido del bebé. El trastorno se cura espontáneamente hacia los 3-6 meses, cuando la producción de sebo se reduce. Normalmente, no reaparece en los años siguientes.
En general, no resulta necesario recurrir a los fármacos. Basta con usar productos ligeros para mantener la piel limpia y prevenir el desarrollo de infecciones.
Una medida que se puede poner en práctica es ventilar a menudo la habitación del pequeño. Un ambiente demasiado cálido y húmedo podría favorecer el crecimiento y la difusión de las bacterias.
- El acné que aparece a esta edad merece una mayor atención. En la mitad de los casos, se corre el riesgo de que vuelva a presentarse en la adolescencia.
- Generalmente, afecta al 2-3 por ciento de los niños, en los que pueden aparecer comedones muy numerosos y de un tamaño mayor de lo habitual.
- El acné infantil debe ser tratado con fármacos adecuados. Por ejemplo, se puede utilizar una crema con retinoides, que se debe aplicar durante varios meses. Este medicamento libera el acné de sebo, disminuye la inflamación y controla el crecimiento del Cutibacterium acnes. Se trata de una bacteria que se alimenta de sebo y que se encuentra en la piel afectada por el acné.
- Si el acné presenta un puntito amarillo en el centro, se aconseja aplicar una pomada que contenga eritromicina. Es un antibiótico que reduce la inflamación y elimina las bacterias.
Además, de las medidas mencionadas anteriormente para tratar el acné del bebé en las diferentes etapas, existen una serie de medidas muy útiles para combatir este trastorno.
En el caso de que tu bebé tenga acné o granos en cara, debes limpliar su rostro de la forma más delicada posible. Por tanto, para la limpieza e higiene de su cara, debes utilizar preferiblemente productos específicos para su delicada piel, que sean suaves y neutros. De esta manera, se respeta la capa hidrolipídica de la piel, que no se reseca.
Asimismo, y por la misma razón, hay que evitar limpiar su carita frecuentemente. Es suficiente con hacerlo una vez al día, puesto que podría irritarse aún más y provocar que las glándulas produzcan más grasa.
A la hora de limpiar la carita del bebé, no hay que frotarla con fuerza. Esto no solo resulta molesto para el bebé, sino que también es muy agresivo para su piel. Por tanto, en lugar de una toalla común, utiliza una esponjita suave y natural, o bien una toalla facial de algodón, y seca su rostro con pequeños toquecitos.
Por la misma razón, debes evitar que el pequeño se rasque las zonas afectadas por el acné. De lo contrario, podría ocasionarse él mismo infecciones. Si fuera necesario, colócale unos guantecitos en las manos.
En ningún caso, debes intentar exprimir los granitos de la cara del bebé, como si se tratara del acné de un adolescente o adulto. Esta práctica no solo resultaría dolorosa y molesta para el pequeño, sino que también podría empeorar el acné.
Hay que consultar al pediatra si sobre la piel del bebé aparecen pústulas inflamadas.
(Te interesa: Enfermedades en bebés)
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Hasta el día de hoy lo continuo usando por temor a que vuelva a suceder.....
Sin embargo mi pregunta es la siguiente, será necesario que lo siga usando o bien que otro me recomiendan?