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Cuento: El Hada de San Juan
¿Sabes que la celebración del día de San Juan y el mundo mágico de las hadas tienen mucho en común? Te explicamos el cuento de El Hada de San Juan para puedes compartírsela a tus hijos. ¡Descúbrelo!
"Sara era una niña muy ágil e inquieta. Bombardeaba a los adultos con preguntas, caminaba con movimientos que parecían sacados de una coreografía y reía con una carcajada que lograba contagiar a cualquiera. Además, siempre conseguía todo lo que se proponía. “Esta niña es pura energía”, decía siempre su madre. Pero a Sara le faltaba algo. Se sentía muy solita y quería compartir sus divertidas aventuras con alguien. Quería un hermanito, pero lo quería ¡ya!
Sarita ya había cumplido los seis años cuando tuvo su primer encuentro con el mundo de las hadas. Fue una tarde de domingo, en el jardín de su abuela, mientras el resto de la familia hacía la siesta. “¡Qué aburrido, todos duermen!”.
El verano ya se asomaba. Era víspera de San Juan. La lluvia se hizo presente cerca de media hora. El jardín olía a tierra fresca y había pequeños charcos que parecían espejos brillantes a los ojitos de Sara. Se acercó a uno de estos espejitos para contemplar lo que ella denominaba: el mundo al revés. En eso estaba cuando, de pronto, vió que, en el reflejo, había alguien más.
Era un ser hermoso y diminuto, que desprendía una luz y un calorcito que a Sara le relajaba. Sin duda, se trataba de un hada. “Hola, soy el hada del verano y estoy aquí porque tú deseas algo con locura. Tu deseo me ha atraído hacia ti”, le dijo el hada sonriente. “Sí”, contestó la pequeña, “¡quiero un hermanito!”.
El hada del verano volvió a sonreír y empezó a hablar: “Pues bien, tienes que untar tus deditos en el agua de este charco. Después, tienes que buscar a tu mamá y marcar en su pancita la inicial del nombre que deseas para tu hermanito. Esta noche es especial. Es la noche de la verbena de San Juan. Antes de acostarte, ve y bésale la pancita a tu mamá”.
Así lo hizo. Su madre dormía la siesta y Sara escribió con agua del charco una gran "J" en la pancita de su mamá. Por la noche, antes de dormir, se despidió con besos por partida doble. Su madre se sorprendió de su actitud, pero al cabo de un ratito, ya no se acordaba.
Ahora, la casa de la abuela está más alegre y el aire huele a dulce bizcocho. Sara ayuda en la cocina a preparar deliciosos pasteles para celebrar San Juan. Celebra que llega el verano y el santo de su querida hermana, Juana. “Mi Juani, la más guapa de todas, la de ojitos de hada”, aclara Sara cada vez que habla de su hermanita.
Una vez que los pasteles ya están listos, Sarita toma del brazo a su hermana y, juntas, dejan un trocito de bizcocho en el jardín. Se ríen con complicidad, mientras su madre y su abuela las espían desde la ventana, sin entender por qué cada año hacen lo mismo".
Cuento de Gloria Quevedo
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