"Hoy ha comido demasiados dulces, que no coma más", dice mamá. A lo que papá responde "Por favor, no es para tanto. Solamente es un dulce". O mamá dice: "Vamos a la cama pronto que mañana te levantas tempranito". E inmediatamente papá responde: "Espera un minuto, hay que terminar de ver el partido". Seguramente, estas situaciones te son familiares. No debes alarmarte si ocurre de vez en cuando. Sin embargo, si la oposición de opiniones entre mamá y papá es muy frecuente, supone un problema para ellos como pareja y para el bienestar de los hijos.
Según opinan algunos expertos, en muchas parejas, la atracción mutua se ve estimulada, precisamente, por esta divergencia de opiniones. Sin embargo, aunque pueda ser algo positivo dentro de la pareja (por ejemplo, por mantener viva la pasión), es un problema a la hora de educar al niño. Ello le puede generar confusión, frustración y malestar.
El niño quiere ver a sus padres unidos y contentos, sin discutir. El modelo educativo que los padres ofrezcan al pequeño será vital en el desarrollo y en la educación del pequeño. ¡He aquí algunos importantes consejos!
Cómo afecta al niño la discusión constante
Las situaciones de oposición sistemática entre mamá y papá suponen un claro indicador de malestar. De hecho, muy a menudo, las parejas utilizan a los niños como pretexto para iniciar una discusión, algo que se debe evitar, ya que no es bueno mezclar a los hijos en los problemas de pareja.
El niño aprende rápidamente cómo debe actuar en cada situación. Por ejemplo, sabe cómo puede actuar con la abuela y cómo debe hacerlo con mamá. Sin embargo, esta flexibilidad que muestra el pequeño hacia el exterior no es la misma que tiene en relación con los padres. La divergencia de opiniones entre mamá y papá desconcierta al niño, que no tiene claro si puede comer helado o no, si se puede acostar tarde o debe hacerlo temprano...
Por ello, resulta fundamental que los padres vayan a la par y que el pequeño no vea que existe una diversidad de opiniones. De lo contrario, el niño vivirá un auténtico caos, aunque acabará siguiendo el estilo educativo del miembro que la pareja que pasa más horas con él.
Consejos para llegar a un acuerdo
- La primera regla que debes tener presente es no discutir delante del niño. Debes intentarlo por el bien del pequeño, que sufre al ver discutir a sus padres. Quizás, se trate de una discusión banal, pero para el niño da igual si se discute por un tema grave o trivial. Si ve a los papás discutir, se preocupa y se muestra triste al instante.
- Los padres deben buscar una solución a sus enfrentamientos constantes. Lo mejor es sentarse y hablar de los distintos puntos de vista que tienen a la hora de educar a los hijos. Si para mamá resulta fundamental que el niño no coma dulces, papá debe intentar respetarlo e ir a la par con ella. Si, por el contrario, para papá no es tan importante que el niño vaya a dormir siempre puntual, mamá puede comprenderlo y dejar que el pequeño se quede despierto un ratito más algún día. Lo importante es encontrar el equilibrio.
- La importancia de educar en familia. Lo más importante de ir a la par es que el niño se va a enriquecer de un estilo educativo único y coherente. Evidentemente, en algunas ocasiones, existirán opiniones dispares entre los miembros de la pareja, pero es lo más normal. Lo que debe evitarse es el conflicto constante y la diversidad de puntos de vista. Es lo mejor para el bienestar de los hijos y de la propia familia.
¿Qué significa la discusión constante?
Las situaciones de oposición sistemática entre mamá y papá suponen un claro indicador de malestar. De hecho, muy a menudo, las parejas utilizan a los niños como pretexto para iniciar una discusión, algo que se debe evitar, ya que no es bueno mezclar a los hijos en los problemas de pareja.
¿Qué perciben los niños?
El niño aprende rápidamente cómo debe actuar en cada situación. Por ejemplo, sabe cómo puede actuar con la abuela y cómo debe hacerlo con mamá. Sin embargo, esta flexibilidad que muestra el pequeño hacia el exterior no es la misma que tiene en relación con los padres. La divergencia de opiniones entre mamá y papá desconcierta al niño, que no tiene claro si puede comer helado o no, si se puede acostar tarde o debe hacerlo temprano... Por ello, resulta fundamental que los padres vayan a la par y que el pequeño no vea que existe una diversidad de opiniones. De ser así, a la larga, el niño aprenderá a acudir a quien sabe que le dará la respuesta deseada.
El mayor riesgo
El mayor riesgo de educar al niño sin ir a la par y siguiendo una constante de opiniones enfrentades entre ambos miembros de la pareja supone para el pequeño un auténtico caos. En consecuencia, suele ganar el estilo educativo del miembro de la pareja que pasa más horas con el niño.
Discutir delante del niño
La primera regla que debes tener presente es no discutir delante del niño. Debes intentarlo por el bien del pequeño, que sufre al ver discutir a sus padres. Quizás, se trate de una discusión banal, pero para el niño da igual si se discute por un tema grave o trivial. Si ve a los papás discutir, se preocupa y se muestra triste al instante.
Buscar una solución
Los padres deben buscar una solución a sus enfrentamientos constantes. Lo mejor es sentarse y hablar de los distintos puntos de vista que tienen a la hora de educar a los hijos. Si para mamá resulta fundamental que el niño no coma dulces, papá debe intentar respetarlo e ir a la par con ella. Si, por el contrario, para papá no es tan importante que el niño vaya a dormir siempre puntual, mamá puede comprenderlo y dejar que el pequeño se quede despierto un ratito más algún día. Lo importante es encontrar el equilibrio.
Una educación en familia
Lo más importante de ir a la par es que el niño se va a enriquecer de un estilo educativo único y coherente. Evidentemente, en algunas ocasiones, existirán opiniones dispares entre los miembros de la pareja, pero es lo más normal. Lo que debe evitarse es el conflicto constante y la diversidad de puntos de vista. Es lo mejor para el bienestar de los hijos y de la propia familia.
