A pie o en bicicleta, en casa o en el parque: si quieres organizar una búsqueda del tesoro para tu hijo y sus amiguitos, no tienes más que dar rienda suelta a tu imaginación. Inventa una historia fantástica que les guíe durante todo el recorrido y distribuye, en diferentes lugares, las pistas y las pruebas que los pequeños tendrán que superar, para dar con el premio final. Lo importante es tener en cuenta la edad y las diferentes habilidades de los participantes. A medida que los pequeños exploradores crezcan, podrás complicar el juego y hacerlo todavía más emocionante.
Hasta los dos años y medio
Hasta los 30 meses, es prácticamente impensable organizar una auténtica búsqueda del tesoro. Sin embargo, para un niño de esta edad, cualquier cosa representa una gran aventura, aunque sea, simplemente, manipular los objetos que tiene a su alrededor. Entonces, ¿por qué no ponérselo un poquito fácil? Por ejemplo, puedes empezar por el tradicional cesto de los tesoros, una actividad que estimula el desarrollo psicomotor del niño, y que potencia, al mismo tiempo, los cinco sentidos. Llena una caja con juguetes y objetos de uso común. Lo importante es que los objetos no resulten peligrosos para el niño, es decir, que no sean demasiado pequeños, punzantes o con partes desmontables, para evitar el riesgo de que el pequeño pueda atragantarse. El niño se divertirá muchísimo sacándolos fuera del cesto y explorándolos uno a uno.
De dos años y medio a tres
Una vez cumplidos los dos años y medio, el niño está preparado para su primera búsqueda del tesoro. En esta fase, los adultos desempeñan un papel esencial, ya que tienen la función de ayudar al pequeño a involucrarse en el juego. A esta edad, ya le puedes proponer cualquier prueba sencilla (por ejemplo, identificar un color). No se debe exagerar ni con el nivel de dificultad ni con el número de pruebas (no más de cuatro o cinco), ya que, de lo contrario, el niño perdería interés en el juego. Para finalizar, es importante dividir el premio entre todos los participantes, ya que los más pequeños todavía no tienen desarrollado el espíritu de competencia.
De tres a cinco años
Cuando el niño cumple tres años, puedes empezar a utilizar pistas y adivinanzas. Por ejemplo, puedes preguntar qué sonido hace un animal o formular una pregunta sobre una historia que todos los niños conozcan (¿qué es lo que pierde Cenicienta cuando se va corriendo del palacio del príncipe a medianoche?). Tras una respuesta correcta, seguirá una nueva y valiosa pista. A esta edad, los niños ya empiezan a madurar la idea de grupo. Por lo tanto, se pueden formar diferentes equipos capitaneados por un adulto. Las pruebas pueden, incluso, ser colectivas: por ejemplo, se puede proponer una carrera de relevos. ¿Y en lo que respecta al premio? El equipo ganador será premiado con una sorpresa especial, pero también los otros deberán recibir una pequeña recompensa.
A partir de los seis años
Cumplidos los seis años, los niños alcanzan un hito importante: aprenden a leer. A esta edad, las pistas podrán ser escritas o en forma de pictogramas sencillos. Para las diferentes pruebas, podrás poner en práctica las nuevas habilidades que los niños han adquirido en la escuela: desde el aprendizaje de las letras del alfabeto a las tablas de multiplicar. Para que la búsqueda tenga un poco más de misterio, conduce a los niños de una pista a otra utilizando textos con rimas. Por último, esconde un fantástico tesoro, que deje a los pequeños con la boca completamente abierta.