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Elegir la silla del bebé
Ha llegado el momento de pasar de los brazos de mamá y papá a la silla para bebé, donde el niño puede comer solito. Veamos los criterios a tener en cuenta a la hora de elegir la silla para el bebé.
La silla del bebé es un producto indispensable durante los primeros años del pequeño. Lo mejor sería tener dos: una en casa y otra, más ligera y manejable, para llevar en el coche, cuando se va a un restaurante, a casa de los abuelos o se hace una salida de fin de semana.
La silla puede comenzar a utilizarse a partir del momento en el que el niño cumple seis meses, es decir, cuando ya es capaz de mantenerse sentado por sí solo. De esta manera, se le ofrece una posición cómoda para comer la papilla, jugar o disfrutar de unos momentos de descanso.
Si está regulada a la medida justa, la madre podrá dar cómodamente la comida al niño, permaneciendo sentada y sin verse obligada a efectuar movimientos forzados. En el caso de que la tenga, la bandeja de la silla será la mesa personal del pequeño y, una vez que se haya limpiado, le servirá también de superficie de apoyo para sus juguetes.
Cuando ya sea más mayorcito, quitando la bandeja, el niño podrá comer en la mesa con los mayores, permaneciendo sentado en su silla completamente seguro. Esto supondrá para él una nueva conquista y un fuerte estímulo de cara a su socialización. Y, también, será un motivo de orgullo para los padres, quienes le perdonarán sus múltiples "desastres" con la comida.
¿De qué material debe estar hecha la silla del bebé?
En el momento de comprar una silla, además de comprobar que sea práctica y funcional, también deben tomarse en consideración otros factores. Según el material en el que han sido fabricadas, la elección puede recaer en tres tipos de silla distintos:
Sillas mixtas
• Sillas cuya estructura es de plástico (se suele emplear el polipropileno) y el nailon se utiliza para los ensambles que están sometidos a determinados esfuerzos.
• Sillas cuya estructura es de metal (tubos de acero), que ofrecen óptimas garantías en lo relativo a la solidez y la higiene, y cuyas junturas están cubiertas por materiales de plástico.
Sillas de plástico
También hay sillas que son completamente de plástico, y que resultan muy sólidas, higiénicas y bastante ligeras.
Sillas de madera
Las sillas de madera combinan perfectamente con cualquier tipo de decoración y ambiente, y duran mucho tiempo. Las partes acolchadas suelen estar forradas con PVC, que es un material lavable y atóxico, o con algodón, un tejido natural que favorece la transpiración.
Características básicas de las sillas para el bebé
- Plegables o fijas. Las sillas fijas son una óptima solución si se dispone de espacio. Otras sillas se pueden plegar, ocupando, así, un espacio más reducido. Estas últimas se pueden guardar en cualquier rincón de la casa y transportar cómodamente en el coche.
- Regulables. Muchos modelos disponen de un asiento regulable en altura, lo cual permite adaptarla a las necesidades del momento.
- Con respaldo reclinable. Permite al niño adoptar una posición más cómoda, para que pueda descansar un ratito. Sin embargo, la silla no puede sustituir a la cunita, donde hay que acostar al niño si se duerme de verdad. Aunque sea cierto que, en la actualidad, las sillas son prácticas y cómodas, de cara a un correcto desarrollo del pequeño, los pediatras aconsejan no dejarlo durante más de media hora seguida en una posición que limite sus movimientos, pues, para desarrollarse, necesita ejercitar con plena libertad todas las partes de su cuerpo.
- Con asiento amplio y cómodo. Los modelos más recientes, además de tener en cuenta el crecimiento del niño, ofrecen unos asientos amplios y cómodos, apropiados hasta el momento en el que el niño cumple tres o cuatro años de edad. También presentan diversos accesorios, como, por ejemplo, una sillita reductora, destinada a que los más pequeños puedan sentarse como es debido, y que puede quitarse cuando el niño crezca.
- Transformables y evolutivas. En el mercado, también hay sillas pensadas para tener una utilidad cuando el niño crezca. Pueden transformarse, por ejemplo, en cómodas butaquitas, que el niño podrá utilizar durante mucho tiempo en su habitación, o en un práctico conjunto de mesa y silla. Otros modelos, como algunas sillas de madera, pueden regularse en altura, por lo que van creciendo con el niño hasta convertirse en sillas para adultos.
- Asimismo, algunas sillas también disponen de una bandeja que puede quitarse y regularse en distintas posiciones, tanto para que los papás puedan sentar o sacar más fácilmente al niño de la silla, como para adaptarse al crecimiento del pequeño. Otras, en cambio, no llevan bandeja, pues están pensadas para que el pequeño pueda sentarse a comer en la mesa con sus papás.
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