Siento luego existo

13 Dec 2023
Biopsicogenealogía

Escribir este artículo suscitó en mi una ilusión, que me llevó a escribir las primeras líneas, que fueron tomando forma hasta obtener el resultado: ¡el artículo que estás leyendo y que, si te mantienes a la escucha interior, suscitará algún movimiento emocional en ti!

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Cualquier proyecto que se materializa ha sido primero un pensamiento que genera en nosotros una emoción, que a su vez nos impulsa a llevar a cabo una serie de acciones para llegar al resultado.

Eres madre. La fase del proyecto empieza con el pensamiento de tener un bebé y culmina con el parto. Por lo general, la confirmación de que un bebé anida en una mujer genera una serie de emociones, que llevan a emprender una serie de acciones (seguimiento de la gestación, leer mi bebé y yo, etc.) y estas acciones contribuirán a obtener el resultado = el bebé.

El bebé es una fuente potencial de información antes de su concepción, un óvulo que se encuentra con un espermatozoide. Esta nueva célula huevo tiene un bagaje genético único, constituido por los 23 pares de cromosomas del primero y los 23 pares de cromosomas del segundo, pero contiene algo más... el ADN mitocondrial de la madre.

Las mitocondrias son algo muy especial, porque son la central energética de la célula. En realidad, son viejas, una bacterias muy viejas, que se han asociado cuando se formó la vida y son las que hacen posible la respiración de la célula; por lo tanto, son indispensables para el mantenimiento de la vida. Además, tiene un material genético autónomo.

El ADN es información, así que alrededor del ADN mitocondrial también hay información y memorias, en este caso, muy antiguas, transgeneracionales (información y memorias del clan familiar).

El espermatozoide posee su propio ADN, en la cabeza, y también dispone de su ADN mitocondrial, pero en su cuello. Lo que le ocurre al penetrar en el óvulo es que el espermatozoide se desprende de las mitocondrias y del flagelo; es decir, únicamente su carga genética podrá conectar y fundirse con el óvulo.

En cambio, el óvulo posee su propio ADN y también el ADN mitocondrial. De este modo, el óvulo fecundado tendrá el ADN de ambas células, pero sólo el ADN mitocondrial de la MADRE.

Un bebé necesita 9 meses para preparar su aterrizaje a la Tierra y necesita un mínimo de 9 meses más para adaptarse a ella. Mientras prepara su llegada a la Tierra, obtiene información del mundo exterior a través de la mamá.

El bebé no piensa. El bebé siente y existe.

Durante la gestación, el bebé come, respira y siente lo mismo que come, respira y siente la mamá. El bebé es un ser simbiótico. Si tu lengua es el chino, ¿qué hablará tu bebé? Si tu lengua es el ruso, ¿qué hablará tu bebé? Si una mamá fuma, ¿qué le envía a su bebé? Si una mamá come fruta, ¿qué ‘come’ su bebé? Si una mamá está feliz y contenta, ¿qué recibe su bebé? A través de los neurotransmisores, la mamá le envía oxitocina, la hormona de la felicidad, y el bebé siente el bienestar de la mamá y, a través de ella, del mundo exterior.

¡Llegó el gran día! El parto

Hay multitud de condiciones y formas de nacer (parto natural, cesárea, de nalgas, prematuro, etc.). Cada una de ellas, en función del sentir de la mamá, dejará una impronta de información en el futuro del bebé. ¡Es su primera experiencia de vida!

Afortunadamente, cada vez es más habitual favorecer el contacto piel con piel de la mamá, del papá y del bebé. Nace el bebé y lo abrazas piel con piel y, en ese instante se desencadena una secuencia arcaica que quedará grabada en la memoria cutánea del bebé.

La secuencia se inicia con una sensación de seguridad y de protección hacia el bebé. El bebé siente que nada le puede pasar porque está en buenas manos. Para el bebé seguridad = protección.

El contacto permite al bebé sentir sus límites. Poco a poco, el bebé conoce sus fronteras, sus límites. Si mamá/papá me toca, yo existo. El bebé siente que existe para papá y mamá a través del contacto. Me toca = Existo. Existo porque me tocan y me tocan porque me quieren. Y si me quieren me reconocen. Existo = me quieren = me reconocen. El bebé no sabe lo que es el amor, pero sí que lo siente. Porque cuando la mamá o el papá abrazan a su bebé el contacto es cálido.

Existo para mamá. Existo para papá. Existo para mi clan.

Quizás en ese momento, o antes, papá y mamá ya le pusieron nombre. Parece fácil poner un nombre al bebé. Si desde estas líneas me permites una sugerencia, te indicaría que encuentres un nombre totalmente nuevo para el bebé. Tenemos tendencia, por tradición y cultura, a poner el nombre de la madre, la tía o los abuelos. Desde el punto de vista transgeneracional, es muy recomendable NO hacerlo. A través de un nombre único en el clan, le estás otorgando plena identidad y existencia. Y llámalo siempre por su nombre. Evita los diminutivos y los apodos.

A través del nombre, el bebé existe como ser único. A través del apellido, existe en el clan. El nombre te lo dan. El apellido te lo transmiten.

A todo lo que acontece en este período de tiempo, desde el pensamiento de tener un hijo, la concepción, la gestación, el parto y los primeros meses de vida, en el lenguaje transgeneracional nos referimos al Proyecto de Sentido Gestacional (PSG).

Así el bebé nace cargado de:

-Información genética del clan: ¿a quién se parecerá? ¿Qué gustos tendrá?, etc.

-Información de las vivencias de la mamá durante la concepción, la gestación y el parto.

-Información transgeneracional, a través del ADN mitocondrial de la mamá.

Todos somos fruto de una larga cadena y pertenecemos a una familia en la que todos estamos interconectados.

Aprende a leer tu árbol genealógico y descubre todo lo que tu árbol puede hacer por ti y tu manada!

cristina-milianCristina Milián Valle, Diplomada en Terapia Gestalt (Institut Gestalt de Barcelona), Diploma en Psicosomática Clínica (Fundación para la Psicosomática Clínica y Humanista/Dr. Salomon Sellam), Diplomada en Trabajo Social (Universidad de Barcelona), Postgrado en ética (Universidad de Barcelona).

Edurne RomoEdurne Romo
Directora Editorial. Periodista especializada en maternidad, infancia y crianza