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Masturbación infantil: qué hacer si tu hijo se toca los genitales
Muchos son los niños que juegan con su pene y las niñas que se tocan con las manos sus genitales. Sin embargo, ¿se puede hablar de una masturbación? No, es más bien, un juego genital.
Los niños empiezan a darse cuenta de las diferencias entre los dos sexos sólo después de los dos años, y es a esta edad cuando también empiezan a tocarse los genitales. Los niños juegan con su pene, mientras que las niñas exploran sus genitales con las manos, o bien intentan introducirse o se frotan con algún objeto.
En apariencia, los niños parecen estar más interesados que las niñas en explorar su cuerpo. Sin embargo, en realidad, es la diferencia anatómica lo que hace que este gesto sea más evidente, porque los genitales de los niños están más accesibles.
La exploración del propio cuerpo es una etapa precisa del desarrollo infantil, en la que el niño busca el contacto con su cuerpo, y también empieza a jugar y a hablar solo.
¿Qué sienten los niños cuando se tocan los genitales?
La sexualidad de los niños es estructuralmente distinta de la de los adultos.
- En primer lugar, no está orientada hacia otra persona, sino al conocimiento del propio cuerpo.
- Además, mientras que los adultos tienden a concentrar el placer en la zona genital, los pequeños obtienen placer de cualquier forma de contacto físico.
- En la infancia, el sentido más desarrollado es el tacto: los niños obtienen placer al tocarse los genitales, pero les gustan igualmente los mimos y las caricias en cualquier otra parte del cuerpo. Son los adultos, por tanto, los que otorgan una importancia particular a las atenciones que los niños dirigen a los genitales.
¿Se puede hablar de masturbación infantil?
Tocándose los genitales, los niños pueden alcanzar un alto grado de excitación. Los niños pueden tener una auténtica erección, mientras que en las niñas el clítoris y la mucosa vaginal externa se enrojecen porque los tejidos, sometidos a fricción, están más irrigados por la sangre.
Sin embargo, en ningún caso sienten un placer igualable al que sienten los adultos. No es una especie de orgasmo, sino una agradable sensación de calor que muchos niños, si se les pregunta qué sienten, lo definen como “cosquillas”.
Por esto, en los primeros años, no se puede hablar de una auténtica masturbación, sino más bien de un “juego genital”, una actividad parecida a cualquier otro juego que une a la búsqueda del placer tres componentes que podrían desaparecer más adelante con los años: curiosidad, diversión y exploración.
¿Nos debemos preocupar si el niño se toca los genitales?
El juego genital no debe preocupar. Incluso, según los expertos, debe considerarse una prueba de la existencia de relaciones satisfactorias con los padres y con el ambiente.
Numerosas investigaciones demuestran que, en los niños que no han recibido afecto, el juego genital no existe. Son los pequeños más queridos los que tienen nostalgia de las atenciones de sus papás y los que, por ejemplo, durante la noche, se acarician para atenuar el disgusto de la separación.
Tocarse la vulva o el pene se convierte en un sustituto de los cuidados maternos, como abrazar a la muñeca o al osito antes de irse a dormir.
Pautas de actuación ante el juego genital del niño o la niña
Cuando un niño o una niña se tocan sus genitales, como ya hemos visto, no lo hacen con la misma intención erótica que los adolescentes o los adultos. En su caso, al tratarse de una autoexploración de su cuerpo, no debemos verlo como un acto "obsceno", sino como parte de su proceso de aprendizaje y autoconocimiento.
Seguidamente, te explicamos qué debes evitar cuando presencia una escena que pueda sorprenderte o incomodarte.
No hay que distraer al pequeño o fingir que no pasa nada
Si se finge no ver al niño o se le intenta distraer, el pequeño se queda confundido e insatisfecho, porque no ha recibido una respuesta por parte de los padres. Por tanto, demostrar sus nuevos descubrimientos a los demás puede convertirse para él en una forma de llamar la atención y tener una respuesta más satisfactoria
No se le debe culpar
Los expertos coinciden en afirmar que no hay razón para corregir al niño porque se toca. Las amonestaciones o bien mirar mal al niño, no son educativos. Y mucho menos darle cachetes en las manos. Con el paso del tiempo, quitan al niño espontaneidad y sinceridad en su comportamiento, y un gesto natural, que no tiene ninguna contraindicación física o psicológica, se transforma en algo sucio y vergonzoso.
Hay que aceptar su juego
Cuando estén solos con el niño, intenten apreciar sus descubrimientos, comportándose naturalmente según su carácter y forma de pensar. Sin encuentran difícil aceptarlo, intenten que el niño note que lo han visto y que no pasa nada si se toca.
En algunos casos, poner límites
Si bien es contraproducente amonestar al niño porque explora su cuerpo, es bueno enseñarle a no hacerlo delante de otras personas. No porque su conducta esté mal, sino porque hay reglas de comportamiento que se deben respetar. Es decir, hay que transmitirle la idea de que se trata de algo normal, agradable, pero íntimo.