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Un estudio reciente publicado en la revista Neurology evaluó durante 26 años a más de 43,000 personas adultas, sin diagnóstico previo de Parkinson. Los resultados fueron alarmantes: quienes consumían 11 o más porciones de alimentos ultraprocesados al día tenían 2.5 veces más probabilidades de presentar síntomas tempranos de Parkinson, como pérdida del olfato, depresión, problemas de sueño REM y somnolencia excesiva durante el día.
Los alimentos ultraprocesados (AUP) son productos industriales que contienen numerosos ingredientes artificiales como:
Emulsionantes
Conservadores
Saborizantes artificiales
Grasas trans o aceites refinados
Harinas refinadas, azúcares añadidos y colorantes
Ejemplos comunes:
Cereales azucarados
Refrescos y jugos industriales
Pan blanco de supermercado
Nuggets congelados, salchichas, jamón empacado
Galletas, papas fritas, pastelitos y comida rápida
Aunque aún no se confirma una causa directa, los investigadores creen que estos productos pueden:
Alterar el microbioma intestinal, afectando la conexión intestino-cerebro.
Inducir inflamación cerebral crónica, acelerando la degeneración neuronal.
Provocar déficits nutricionales, al desplazar alimentos ricos en vitaminas y minerales esenciales para el desarrollo y funcionamiento cerebral.
El Parkinson, aunque suele manifestarse en adultos mayores, puede comenzar décadas antes con síntomas silenciosos. Por eso, reducir el consumo de AUP desde la infancia es clave para una mejor salud neurológica a largo plazo.
No se trata de eliminarlos por completo, sino de reducir su frecuencia. Algunos consejos prácticos:
Ofrece frutas frescas en lugar de snacks empacados.
Prefiere agua simple, aguas de fruta natural o leche en lugar de jugos industrializados.
Cocina en casa lo más posible, con ingredientes frescos.
Evita los productos con listas de ingredientes largas y nombres difíciles de pronunciar.
Los niños aprenden lo que ven. Si tú consumes comida saludable, ellos lo normalizarán. También puedes:
Cocinar en familia.
Involucrarlos en el mercado o supermercado eligiendo frutas, verduras y granos.
Explicar con palabras simples por qué algunos productos se comen “de vez en cuando” y no diario.
Pasar de una dieta llena de AUP a una equilibrada no ocurre en un solo día. Algunas ideas:
Cambia el cereal azucarado por avena con fruta.
Sustituye embutidos en el lunch por pollo cocido o atún.
Sirve palomitas naturales en lugar de papas fritas.
Usa yogurt natural con fruta, en vez de los de sabores artificiales.
La alimentación es una herramienta poderosa para cuidar la salud cerebral de toda la familia. Hoy sabemos que los alimentos ultraprocesados no solo afectan el corazón y el peso, también podrían acelerar enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson. Cambiar hábitos cuesta, pero proteger el futuro de nuestros hijos lo vale todo.
Haz pequeños cambios desde hoy. Educa con el ejemplo. Elige más natural, menos industrial. Tu familia te lo agradecerá en cada etapa de la vida.
Aunque es más común en adultos mayores, se sabe que los primeros síntomas pueden comenzar muchos años antes. Cuidar la alimentación desde la infancia ayuda a reducir el riesgo en el futuro.
Frutas, verduras, cereales integrales, leguminosas, semillas, proteínas magras, agua natural y grasas saludables (como el aguacate o el aceite de oliva).
Según el estudio, consumir más de 11 porciones al día aumenta significativamente el riesgo. Lo ideal es limitar su consumo a no más de 2 o 3 porciones diarias y preferir siempre alimentos frescos.
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