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Introducción de la carne: cuándo y cómo
El bebé ya tiene seis meses y es el momento de introducir nuevos alimentos en su dieta. Las recomendaciones actuales permiten la introducción de la carne desde el inicio de la alimentación complementaria. Perom ¿qué tipo de carne es mejor para empezar? ¿Y cómo se debe ofrecer al bebé? ¡Te lo contamos!
- Cómo introducir la carne en la dieta del bebé
- ¿Por qué es importante la carne en la dieta del bebé?
- Tipos de carne y sus diferentes características nutricionales
- El pollo: perfecto para empezar
- La ternera: buena y tierna, pero hay que vigilar la calidad
- El pavo: prácticamente como el pollo
- El caballo: una mina de hierro
- Cordero y cabrito: lo importante es elegir los cortes adecuados
- Cerdo: a partir del año, sin problemas
- El conejo: una carne muy valorada
- Buey: una alternativa a la ternera a partir del año
- La pintada: para los más mayorcitos
- ¿Y si al niño no le gusta la carne?
- Recetas con carne: dos propuestas para chuparse los dedos
A partir de los seis meses, se pueden introducir los primeros alimentos distintos a la leche en la dieta del bebé. Entre ellos, se encuentra la carne, un alimento que proporciona proteínas de excelente calidad, muy valiosas para el crecimiento, así como un buen aporte de hierro.
La carne se puede ofrecer al bebé a la hora de la comida, una vez al día, y se recomienda empezar por las carnes blancas, como el pollo y el pavo, pues son más digestivas y tienen un sabor más suave.
Hay que recordar que la leche (ya sea materna o de fórmula) continúa siendo el alimento principal en la dieta del bebé: dos de las cuatro comidas principales aún deben ser de leche, y la cantidad ingerida no debe ser inferior a medio litro.
Cómo introducir la carne en la dieta del bebé
- Las primeras preparaciones de carne se pueden ofrecer a partir del sexto mes, ya sea en forma de caldo de carne o mediante la administración de carne fresca, que, al inicio, debe cocinarse hervida o al vapor.
- Se puede empezar con 15-20 gramos de carne al día, que se añadirá a las verduras cocinadas, y se triturará todo finamente. Para condimentar el puré, se puede añadir un chorrito de aceite de oliva virgen extra (¡nunca hay que echar sal!).
- ¿Qué cantidad de puré debe comer el bebé? Unos 200-250 gramos, aunque se trata de una cantidad variable, que se irá adaptando al apetito, los gustos y el crecimiento del niño.
- Las carnes blancas son las primeras que se introducen, comenzando por el pollo, que debe ofrecerse sin piel. Después, se le puede dar el pavo y el conejo.
- Más adelante, llega el momento de introducir la carne roja, primero, la ternera, y, después, el cordero y el cerdo.
- Cuando el niño tenga unos meses más, podremos empezar a ofrecerle la carne a trocitos muy pequeñitos, siempre controlando que no se atragante.
- ¿Y si practicas el Baby-Led Weaning (BLW)? Puedes picar la carne y ofrecérsela en forma de hamburguesa o albóndigas, o cortada en tiras de manera perpendicular a la fibra, para que pueda cogerla fácilmente con sus manitas y llevársela a la boca.
¿Por qué es importante la carne en la dieta del bebé?
- La carne es un alimento rico en proteínas (de media, representan el 18-20% del peso) y proporciona una gran cantidad de los aminoácidos llamados “esenciales”, que el organismo necesita y que solo los puede obtener a través de los alimentos.
- También contiene minerales útiles, sobre todo hierro fácilmente asimilable, potasio, fósforo, sodio y magnesio, además de representar una fuente importante de vitaminas del grupo B (en especial, vitamina B12).
- Además de las proteínas, los minerales y las vitaminas, la carne contiene sustancias no estrictamente “nutricionales”, pero muy importantes para el crecimiento. La carnitina, por ejemplo, actúa mejorando la producción de energía, mientras que otras sustancias de nombre poco atractivo (putrescina, espermina y espermidina) son necesarias para el desarrollo celular.
- El contenido de grasas varía mucho en función del tipo y del corte de la carne: oscila entre valores inferiores al 2% en el caso de las carnes más magras (como la pechuga de pollo) y el 10% de los tipos más grasos (por ejemplo, la gallina y el pollo con piel).
- Como todas las grasas animales, las de la carne contienen ácidos grasos saturados que, como ya se sabe, desarrollan una acción negativa sobre el nivel de colesterol y de triglicéridos en la sangre. No obstante, los posibles riesgos para la salud no afectan a un consumo de carne normal, sino a un consumo exagerado.
Tipos de carne y sus diferentes características nutricionales
Desde los seis meses hasta los dos años, merece la pena ampliar progresivamente los gustos del pequeño, introduciéndole diferentes tipos de carne.
Naturalmente, cada una tiene sus propias características, no solo de sabor, sino también de digestibilidad y valor nutritivo, por lo que es importante ofrecérselas al pequeño de forma gradual y en el orden correcto, en armonía con el crecimiento del niño.
El pollo: perfecto para empezar
- La carne de pollo es muy rica en proteínas y contiene una cantidad elevada de lisina, un aminoácido que el organismo en edad de crecimiento necesita especialmente.
- Naturalmente magra (siempre y cuando se le quite la piel), la carne de pollo es muy digestiva por la natural ternura de sus fibras musculares, pobres en tejido duro (conectivo) y mucho más finas que en otras carnes
La ternera: buena y tierna, pero hay que vigilar la calidad
- Es un tipo de carne magra y muy tierna; la carne de ternera combina una elevada digestibilidad con un excelente contenido en proteínas.
- Respecto al pollo, contiene más hierro, por lo que su consumo se puede alternar perfectamente en los primeros meses de la alimentación complementaria.
- Por desgracia, esta carne, aunque es muy buena, se ha mitificado tanto que algunos productores adoptan prácticas de cría discutibles para poder hacer frente a la demanda y obtener su margen de beneficios.
- En el caso de la carne fresca, es importante asegurarse siempre de su calidad. Hay que dar preferencia a los productos nacionales y desconfiar de los cortes que dejan mucho líquido en el recipiente en el que están expuestos.
El pavo: prácticamente como el pollo
- Solo ligeramente más grasa que la de pollo, la carne de pavo es igualmente rica en nutrientes y se digiere con facilidad, sobre todo la de los ejemplares menores de un año.
- No obstante, también en este caso, es importante evitar dar al niño la piel, ya que es indigesta y tiene mucha grasa.
El caballo: una mina de hierro
- La carne de caballo es poco común en nuestra cultura alimentaria, pero no tiene nada que envidiar al resto de carnes en cuanto a su valor nutritivo.
- Es muy digestiva y riquísima en hierro (casi 4 mg por cada 100 g de carne).
- Tiene la característica de contener una cierta cantidad de glucógeno, un tipo de azúcar especial, responsable del sabor dulzón de esta carne, lo que la hace especialmente agradable para los niños.
Cordero y cabrito: lo importante es elegir los cortes adecuados
- Las partes magras del cordero se encuentran entre las carnes más digestivas. Precisamente por esto, son muy utilizadas en la producción de tarritos.
- Sin embargo, si se pasa al consumo fresco, hay que evitar los cortes más grasos; los filetes de aguja y la pierna son las partes más adecuadas para los niños.
- Lo mismo se aplica en el caso del cabrito, de características nutricionales similares a las del cordero.
Cerdo: a partir del año, sin problemas
- Hace algunos años, era una carne grasa e indigesta. Sin embargo, la carne de cerdo ha cambiado mucho, gracias a los progresos en la selección de las razas y en la cría.
- Los cortes de carne de cerdo (en particular, el lomo) son más magros que antes y, sobre todo, presentan una mejor relación entre las grasas saturadas (las “malas”) y las insaturadas (las “buenas”).
- Asimismo, el contenido de colesterol se ha reducido notablemente, tanto que el cerdo se puede introducir en la alimentación del pequeño a partir del año.
El conejo: una carne muy valorada
- La carne blanca del conejo es de los mejores alimentos de origen animal. Es una carne magra, de bajo contenido en grasa, y se caracteriza por su sabor suave y agradable.
- Es rica en vitaminas del grupo B, y aporta importantes cantidades de hierro, zinc y magnesio.
- Sin embargo, es fundamental prestar atención a las astillas de los huesos que, con frecuencia, permanecen en la carne después de cortar el animal, y constituyen un peligro para el niño si todavía es poco hábil en la masticación.
Buey: una alternativa a la ternera a partir del año
- Cuando el pequeño ya se ha habituado al sabor de la carne, se le pueden ofrecer carnes más consistentes y, al mismo tiempo, más nutritivas, como la de buey.
- La carne de buey es roja y, para ser perfectamente digerible, se la deja pasar.
- Su contenido en proteínas equivale al de la carne de ternera y de vaca, mientras que las calorías son ligeramente más elevadas: 127 kcal por cada 100 gramos de carne.
La pintada: para los más mayorcitos
- Siguiendo con el itinerario del descubrimiento de la carne, llegamos, alrededor de los dos años, a las de sabor más intenso. Por ejemplo, la pintada se suele considerar una especie doméstica de caza.
- Su carne es roja, con un contenido especialmente alto de proteínas (casi 25 gramos por cada 100 gramos de carne) y aporta pocas calorías, unas 110 kcal por cada 100 gramos de carne, gracias a su bajo contenido en grasas.
Veamos una tabla comparativa de la composición nutricional de los diferentes tipos de carne:
¿Y si al niño no le gusta la carne?
Si al pequeño no le gusta la carne, no hay que forzarle. Una dieta de vegetales, cereales y legumbres (sin piel y trituradas), integrada por lácteos, huevos y pescado, garantiza de modo completo y equilibrado todos los nutrientes que el pequeño necesita.
Recetas con carne: dos propuestas para chuparse los dedos
Te ofrecemos dos recetas elaboradas a base de carne. La primera se la podrás ofrecer al bebé desde el inicio de la alimentación complementaria. Para la segunda, es mejor que esperes a que el bebé haya desarrollado un poco la masticación, a partir de los 10-12 meses.
Sémola con pollo
- Cocer al vapor unos 20 g de pechuga de pollo, triturarlo y ponerlo en una olla con 200 ml de caldo de carne desgrasado.
- Llevar a ebullición y añadir la sémola hasta alcanzar la consistencia preferida.
- Condimentar con un poco de aceite de oliva.
Pasta con carne
- En un cazo, poner dos tomates maduros, pelados, sin semillas y troceados.
- Añadir un trozo de zanahoria, un trozo de apio, un trozo de cebolla, 50 g de carne magra de ternera o de pollo, una hoja de albahaca y dos cucharadas de agua.
- Cocerlo todo con la tapa puesta, procurando que no se seque (en cuyo caso, se deberá añadir un poco de agua o de caldo). Cuando finalice la cocción, triturarlo todo.
- Cocer la pasta, condimentarla con la salsa de carne preparada, una cucharada de queso tipo parmesano rallado y un chorrito de aceite de oliva virgen extra.
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¿Ya has introducido la carne en la dieta de tu bebé? ¿Cómo ha sido la experiencia? ¿Te ha resultado difícil ofrecérsela o, por el contrario, la ha aceptado sin problemas? ¿Qué tipo de carne sueles preferir para los menús de tu hijo? ¡Déjanos tu comentario!