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Por qué es importante que los niños vuelvan a clase
Es bueno que los niños regresen a las aulas y no tengan que tomar clases a distancia. Te explicamos las ventajas de las clases presenciales y por qué es deseable que los niños vuelvan a la escuela después del confinamiento por COVID-19.
- Clases a distancia, solo en caso de necesidad
- Fomenta el diálogo y las relaciones
- Para transmitir no solo contenidos, sino emociones
- Para hacer un seguimiento de lo enseñado
- Para aprender a interactuar con los compañeros
- Para superar posibles situaciones conflictivas
- Para prevenir la dependencia de dispositivos digitales
- Para experimentar nuevas formas de contacto
- Para superar el miedo al virus
Para derrotar definitivamente al Coronavirus, aún se necesitará tiempo; es algo que ya hemos asumido.
Mientras esperamos la llegada de vacunas o fármacos seguros y eficaces, tendremos que aprender a convivir con el virus, tratando de aplicar una normalidad prudente a los distintos aspectos de la vida social.
Esto mismo es lo que se está intentando hacer en las escuelas y las guarderías, que finalmente algunas han abierto sus puertas, no sin una dosis considerable de polémica e incertidumbre.
Clases a distancia, solo en caso de necesidad
Es muy bueno para los niños volver a encontrarse en clase con sus compañeros, y no hacerlo a través de una pantalla.
Durante el confinamiento, en el período más crítico, las clases a distancia se convirtieron en un recurso muy valorable, que nos permitió, y nos seguirá permitiendo si es preciso, llenar un vacío.
Sin embargo, aunque estemos muy bien equipados (que tampoco es el caso de todas las familias), no podemos prolongar esta situación indefinidamente. Tomar clases en un aula virtual no es como hacerlo en una real, de manera que es importante que los niños vuelvan a la escuela. Te explicamos las ventajas de la presencialidad.
Fomenta el diálogo y las relaciones
En las clases virtuales, el docente habla, explica e intenta involucrar a los alumnos, pero la experiencia no es igual a la que se puede vivir en clase.
En general, en casa, se pide a los alumnos que se silencien, para eliminar los ruidos de fondo que podrían molestar a los demás participantes. Si se quiere intervenir, se puede solicitar la participación levantando la mano virtual. En realidad, no se trata de un verdadero diálogo, sino de una comunicación unidireccional, en la que falta el elemento imprescindible desde los albores de la pedagogía, la relación.
En definitiva, como decía Sócrates, solo a través del diálogo puede nacer el aprendizaje.
Para transmitir no solo contenidos, sino emociones
La enseñanza a distancia ha sido fundamental para completar, dentro de lo posible, el programa del curso escolar. Pero, una vez más, a pesar de la buena voluntad de los docentes, se ha tratado mayoritariamente de una transmisión de contenidos, y por lo tanto de una didáctica por competencias.
Este tipo de enseñanza se puede convertir en algo meramente técnico, puesto que se aprende cómo se hace o cómo se dice una cosa, en lugar de favorecer una cultura de 360 grados. Por ello, es importante que los niños regresen a las aulas.
Estar en clase es muy diferente, porque a través de los distintos elementos de comunicación no verbal, como los gestos, las miradas, las sonrisas y la modulación de la voz, el profesor o la profesora logra despertar la curiosidad, hace emerger dudas y, sobre todo, contagia su pasión, lo que da significado al saber y constituye el principal motor del aprendizaje.
El verdadero objetivo de la escuela, en sus diferentes vertientes, debe ser mantener vivo el deseo de seguir aprendiendo.
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Para hacer un seguimiento de lo enseñado
Observando a los alumnos, el docente puede captar posibles inseguridades, faltas de atención o un mayor o menor interés. En definitiva, tiene un feedback inmediato de lo que está comunicando, y sabe si necesita detenerse más en un concepto determinado, si poner ejemplos, si hacer una pausa o si debe emplear otro método para transmitir la información.
En el caso de las clases virtuales, todo esto no es posible, porque las caras de los alumnos no se ven bien, o no se ven todas al mismo tiempo. Asimismo, los alumnos se sienten más cohibidos a la hora de interrumpir e intervenir para manifestar sus dudas.
Se podría decir que el aprendizaje es como una danza, en la que el maestro es quien guía, el coreógrafo de sus bailarines. No se limita a enseñar los pasos, sino que enseña cómo se realizan, les implica en la música y les arrastra con su entusiasmo. Es la misma diferencia que en un concierto en directo y uno televisado, por ejemplo.
Para aprender a interactuar con los compañeros
Otro motivo por el que es importante que los niños vuelvan a las clases presenciales es reencontrase con el grupo.
Relacionarse con los profesores y los compañeros enseña a meterse en el juego, aceptar las diferencias, emular comportamientos e incluso a encontrar puntos de acuerdo, a través del debate.
Esto hace de la escuela un auténtico gimnasio para la vida socioafectiva presente y futura, donde aprender modelos de convivencia civil, solidaridad, respeto al otro y gestión de conflictos.
Este entrenamiento servirá al pequeño para las experiencias de la vida adulta, en el ambiente laboral y en las relaciones afectivas y amistosas. Si una mañana, un niño se encuentra de mal humor por cualquier motivo, si le molesta una pregunta o surge un litigio con un compañero, el profesor o la profesora pueden aprovechar para ofrecerle un discurso educativo general, así como pedir a sus alumnos que se pongan en el lugar del otro, que compartan sus emociones y que identifiquen las posibles soluciones.
De esta manera, también los niños que no están directamente implicados pueden extraer enseñanzas prácticas para su vida. Este es el valor educativo más valioso de la escuela.
Para superar posibles situaciones conflictivas
Lamentablemente, no todos los niños han pasado el confinamiento con tranquilidad. En las familias que viven situaciones conflictivas de diferente índole, la permanencia forzada en casa de todos los miembros puede haber agudizado aún más las tensiones.
La asistencia a la escuela da al niño la oportunidad de salir, distraerse y encontrar una válvula de escape en un ambiente privilegiado, donde aprender otras formas de convivencia y desarrollar otros modelos de razonamiento y comportamiento.
Para prevenir la dependencia de dispositivos digitales
Con la educación a distancia han aumentado, inevitablemente, las horas que nuestros hijos han pasado delante de pantallas. Y no solo para hacer deberes o clases, sino también para estar en contacto con los amiguitos y compañeros.
Este abuso tecnológico ha hecho aumentar las manifestaciones de dependencia, con un deseo cada vez mayor de estar delante de un dispositivo electrónico, así como con pequeñas crisis de abstinencia y una mayor agresividad.
Es importante que los niños vuelvan a clase para darles la posibilidad de alejarse de las pantallas y redescubrir el gusto por los contactos interpersonales reales, no virtuales.
Para experimentar nuevas formas de contacto
No podemos abrazarnos, darnos la mano ni intercambiarnos la merienda: el coronavirus no está negando formas de contacto físico que son muy importantes para los niños.
A pesar de ello, estar juntos en la escuela puede representar una ocasión para experimentar nuevas formas de” contacto sin contacto”, de forma divertida y, por lo tanto, menos frustrante.
Por ejemplo, los niños se pueden tocar con el bolígrafo o acercar los dedos como en la famosa escena de la obra de Miguel Ángel de la Capilla Sixtina, así como escribirse notas e inventarse códigos de comunicación a distancia.
Estando juntos, las ideas surgen al instante, e incluso esta limitación puede convertirse en un estímulo para compartir, aprender y resolver problemas.
Para superar el miedo al virus
No hay que menospreciar al virus y siempre debemos mantener la atención, pero, cuando los niños están juntos en clase, se pueden encontrar formas de superar estos miedos mucho más rápido que en casa (con la televisión encendida dando noticias alarmantes, etc.).
En clase, se pueden estudiar los virus y sus características, para conocer mejor al “enemigo” y ser más conscientes de las medidas que hay que adoptar, sin alarmismos, pero con los pies en el suelo.
Se pueden inventar cuentos, hacer dibujos y simular una guerra al virus, encontrando formas de ridiculizarlo y hacerlo divertido.
Cualquier ocasión es buena para dar espacio a la creatividad, sacar los miedos y redimensionarlos.
Como nos enseña Harry Potter, cuando lo ridiculizamos, cualquier miedo se disuelve.