
Tareas escolares en casa ¿ayudan o estresan a los niños?
¿Tiene sentido que los niños tengan deberes escolares en casa? Expertos explican los efectos en su desarrollo y cómo equilibrar el aprendizaje.
El hábito de mandar tareas para casa sigue vigente en muchas escuelas de nuestro país. Sin embargo, cada vez más especialistas en educación y salud mental infantil cuestionan esta práctica, especialmente durante los primeros años escolares.
En países como Francia y Bélgica, desde hace décadas, los niños no llevan tareas a casa. Y no es por flojera, sino por una visión integral del desarrollo infantil que prioriza el juego, la convivencia familiar y el descanso como pilares tan importantes como lo académico.

Lo que dice la pedagogía: el aprendizaje ocurre en muchos lugares
El aula como espacio principal de aprendizaje
De acuerdo con Susana Ogea, maestra de primaria en la UFIL Sierra Palomeras de Madrid, el aprendizaje debería quedar contenido en el aula, especialmente en la etapa de preescolar y los primeros años de primaria. “Después del colegio, los niños necesitan moverse, jugar, explorar, no seguir resolviendo fichas escolares”, afirma.
Los expertos coinciden en que el hábito de estudio no se construye obligando a hacer tarea, sino poco a poco, con acompañamiento, curiosidad y experiencias agradables.
Lo que dice la psicología infantil: Los niños necesitan tiempo libre
La psicóloga Belén Robles, socia fundadora del centro de psicología e inteligencia emocional Escuela Afectiva de Madrid, subraya que las tareas excesivas en casa pueden provocar estrés, ansiedad, desmotivación y hasta conflictos familiares. Muchos padres llegan cansados de trabajar y no pueden acompañar adecuadamente a sus hijos en las tareas. Esto genera frustración en ambos lados.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado el estrés escolar como uno de los factores que afectan la salud mental infantil.
El juego libre, el descanso, la actividad física y la interacción social son fundamentales para el desarrollo neurológico y emocional del niño. Si llenamos sus tardes de tareas, les quitamos ese espacio vital.
¿En qué casos sí podrían ser útiles las tareas?
A partir de los 7 años, es decir, en los últimos grados de primaria, se puede introducir de manera ligera y significativa una pequeña actividad para reforzar contenidos, como una observación en casa, una lectura corta o una pequeña investigación.
Eso sí, deben ser tareas:
- Breves y claras.
- No repetitivas ni mecánicas.
- Que despierten interés.
- Que promuevan la autonomía, no la dependencia del adulto.

¿Y el papel de las madres y padres?
Muchos adultos sienten presión por “hacer bien” la tarea con sus hijos. Pero lo más recomendable, según los expertos, es no hacer las tareas por ellos ni intervenir demasiado. Supervisar, motivar y resolver dudas es suficiente.
El exceso de participación puede:
- Generar dependencia.
- Confundir al niño con explicaciones distintas a las del maestro.
- Causar estrés innecesario en la dinámica familiar.
Ventajas y desventajas de las tareas escolares en casa
Posibles beneficios (si se aplican correctamente)
- Refuerzan conocimientos con práctica.
- Mejoran la comprensión lectora.
- Fomentan hábitos de estudio a mediano plazo.
- Permiten descubrir intereses o áreas de oportunidad.
Riesgos o desventajas
- Abruman mental y emocionalmente a los niños.
- Reducen el tiempo de juego, descanso y convivencia.
- Generan conflictos en casa.
- Promueven el rechazo a la escuela si se vuelven rutinarias y pesadas.
No, no es recomendable que los niños lleven tareas a casa de forma regular. A estas edades el aprendizaje se da mejor en un entorno lúdico, sin presión. Las actividades escolares deben respetar los ritmos de desarrollo infantil y no invadir el tiempo libre.

Si se deciden enviar tareas, deben ser ligeras, puntuales y pensadas desde la pedagogía, no como una extensión mecánica del aula. Y lo más importante: los niños necesitan jugar, moverse, aburrirse, crear… todo eso también es aprender.
¿Dejar o no que los niños elijan su ropa?
Dejar que los niños decidan qué ropa usar puede parecer un detalle sin importancia, pero en realidad es una herramienta poderosa para fomentar su autonomía, autoestima y desarrollo emocional. Sigue leyendo y descubre por qué permitir esta elección es mucho más que una cuestión de estilo.

El inicio de una gran decisión: ¿cuándo comienzan los niños a elegir su ropa?
Desde los 2 o 3 años, muchos niños ya muestran interés por decidir qué ponerse. Este momento puede causar ternura o frustración (¡sobre todo si quieren ir al súper disfrazados de dinosaurio!), pero los expertos coinciden: este es un paso importante para su desarrollo.
¿Qué dicen los expertos?
La psicóloga infantil Sara Tarrés indica que “permitir que los niños tomen decisiones pequeñas fortalece su capacidad para asumir responsabilidades más adelante”. Además, la educadora Silvia Guijarro afirma que cuando dejamos que nuestros hijos decidan su vestimenta diaria, les estamos enseñando que su opinión importa.
Beneficios emocionales y educativos de dejar que elijan su ropa
1. Refuerza la autoestima
Cuando permitimos que los niños elijan su ropa, les mandamos un mensaje claro: confiamos en su criterio. Esta validación refuerza su confianza en sí mismos, algo clave para su salud emocional.
2. Fomenta su autonomía
Elegir su ropa, vestirse solos y preparar su outfit para el día siguiente fortalece su independencia. Les permite adquirir rutinas útiles que los preparan para la vida diaria.
3. Potencia su expresión personal
La ropa es una forma de expresión. Aunque sean pequeños, elegir lo que visten les permite comunicar cómo se sienten y quiénes son. Es una oportunidad para explorar su identidad sin juicios ni limitaciones.
4. Mejora el vínculo familiar
Este hábito reduce las batallas matutinas. Al darles poder de decisión, disminuyen los conflictos innecesarios y se fortalece la comunicación entre padres e hijos.
Cómo acompañar su elección sin perder el control
Establece límites claros y amables
No se trata de dejarlos escoger ropa para una boda sin guía. Puedes proponerles dos o tres opciones adecuadas según el clima o la ocasión, y permitir que elijan entre ellas. Así, sienten que deciden dentro de un marco seguro.
Enséñales sobre el código de vestimenta
Conforme crecen, explícale que en nuestra sociedad hay normas sobre cómo vestirnos en ciertas situaciones. No se trata de imponer, sino de enseñar con amor.

De compras con tu hijo: una oportunidad para aprender
Ir a comprar ropa juntos puede ser una excelente herramienta educativa. Puedes mostrarle distintas opciones, hablarle de precios, calidad, y para qué sirve cada prenda. Incluso si es pequeño, esta experiencia lo ayuda a comprender el valor de las decisiones y el esfuerzo detrás de cada compra.
Permitir que los niños elijan su ropa no solo es una forma de darles libertad, sino una manera inteligente y respetuosa de ayudarles a crecer. Les enseñamos responsabilidad, autoestima, creatividad y empatía. Desde luego, con guía, paciencia y límites sanos. Así que la próxima vez que tu hijo o hija quiera vestirse como superhéroe en martes… tal vez sea una gran oportunidad para educar desde el amor.
Video: ¿Cómo fomentar la autonomía infantil con la metodología Pikler?
¿Tu hijo quiere hacer todo solo? La metodología Pikler enseña cómo fomentar su autonomía con amor, paciencia y sin prisas. ¡Aquí te contamos cómo aplicarla!
¿Es sano llorar frente a nuestros hijos? Qué dicen los expertos.
¿Llorar frente a nuestros hijos nos hace ver débiles o más humanos? En un mundo donde la perfección parece ser la meta de toda madre y padre, surge una pregunta crucial: ¿deberíamos permitirnos llorar frente a nuestros hijos? La respuesta puede sorprenderte, pero también transformarte. Sigue leyendo y descubre qué dicen los expertos sobre este acto tan humano y necesario.

Las emociones no son debilidad: Una nueva forma de educar
Por generaciones se nos enseñó que los adultos debían ser fuertes y ocultar su dolor. Sin embargo, la pedagogía moderna y la psicología infantil afirman lo contrario: permitirnos llorar y mostrar vulnerabilidad frente a nuestros hijos fortalece su educación emocional y les ayuda a gestionar sus propios sentimientos.
Según la pedagoga Leticia Garcés, “los niños no necesitan una madre fuerte y perfecta que siempre esté al pie del cañón, sino padres reales que se den permiso para estar tristes cuando así lo sientan”. Mostrar nuestras emociones no nos hace menos capaces como madres o padres; al contrario, nos hace más humanos y accesibles.
¿Qué aprenden los niños cuando nos ven llorar?
1. Validar sus propias emociones
Cuando nuestros hijos nos ven llorar, entienden que estar triste es normal y aceptable. Así, se les enseña que no tienen que reprimir lo que sienten, algo fundamental para su autoestima y desarrollo emocional.
La psicóloga Bárbara Gozalbo señala que “si nosotros les hablamos de lo que sentimos, ellos también se entenderán mejor, aprenderán a conocerse. De igual manera, si nos ven llorar entenderán que es natural, en lugar de pensar que es algo incorrecto y que deben reprimir sus emociones”.
2. Desarrollar empatía
Llorar frente a nuestros hijos no solo normaliza la tristeza, sino que también los invita a practicar la empatía. Cuando nos ven atravesar un mal momento, ellos aprenden a ofrecer consuelo, a ponerse en el lugar del otro y a cultivar una actitud compasiva.
3. Romper estereotipos de género
Mostrar emociones frente a nuestros hijos, especialmente si somos hombres, ayuda a combatir estigmas como que “los niños no lloran”. Enseñarles que todas las personas, sin importar el género, sienten y expresan tristeza es clave para formar adultos emocionalmente sanos.
¿Hay que tener cuidado con lo que mostramos?
Sí, y aquí los expertos coinciden: mostrar tristeza o llanto es sano, siempre que se maneje con responsabilidad emocional. Si el llanto es frecuente, descontrolado o los padres transmiten desesperación sin explicación, puede generar ansiedad o temor en los pequeños.
La psicóloga Jillian Roberts sugiere que, si lloramos frente a nuestros hijos, es necesario asegurarles que estaremos bien: “Es importante explicarles que tuviste un momento complicado, pero que ya estás mejor y que todo está bajo control”.

Cómo explicar el llanto según su edad
En niños de 3 a 5 años
Usa frases sencillas y tranquilizadoras. Ejemplo: “Estoy triste porque me pasó algo que no me gustó, pero voy a estar bien. A veces llorar ayuda”.
En niños de 6 a 7 años
Puedes profundizar un poco más, adaptando el discurso a su nivel: “Estoy pasando por un momento difícil. Me siento triste, pero es una emoción normal. Llorar me ayuda a sentirme mejor y pronto estaré bien”.
¿Cuándo evitar llorar frente a ellos?
Si la emoción es muy intensa o desbordada, es mejor apartarse para no generar angustia innecesaria. Wilborn, experta en salud mental, advierte: “Las respuestas emocionales incontroladas les dan mucho miedo a los niños”.
En situaciones de duelo, problemas graves o ansiedad profunda, se recomienda buscar ayuda profesional y manejar estos momentos con acompañamiento terapéutico.
Mostrar nuestras emociones, incluyendo el llanto, no debilita nuestra imagen como madres o padres. Al contrario, nos convierte en referentes emocionales más reales y accesibles. Nuestros hijos aprenden que es válido sentirse triste, que pueden hablar sobre sus emociones y que compartirlas es parte de la vida.


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