Diciembre 2025 No 2

¿Por qué lo hace? Entendiendo los comportamientos “difíciles” del niño pequeño

A medida que los niños crecen, comienzan a expresar emociones más complejas que a veces resultan difíciles de comprender para los adultos. Berrinches públicos, tirones, pucheros, celos o resistencia a dormir no son señales de mal comportamiento, sino expresiones naturales de su desarrollo emocional.

Tira los juguetes al suelo

Lanzar objetos puede ser una forma de explorar causa-efecto, afirmar autonomía o expresar frustración.
Cómo actuar: Evitar regaños severos, redirigir la conducta y explicar consecuencias si el niño es mayor.

Se enfada cuando mamá se va a trabajar

El gesto revela tristeza, desaprobación y miedo a la separación.
Cómo actuar: Validar sus emociones, permitirle expresar lo que siente y reforzar el vínculo al regresar.

Rabietas en público

Las rabietas suelen aparecer cuando el niño pierde el control o no consigue algo que desea.
Cómo actuar: Mantener la calma, evitar ceder ante todo y contenerlo con firmeza pero sin violencia.

Empieza a decir “palabrotas”

A veces lo hace por imitación, otras para observar la reacción de los adultos.
Cómo actuar: No exagerar la reacción y explicar con calma que es un término inapropiado.

Celos de su hermanito

Los celos son una reacción emocional natural ante la llegada de un nuevo bebé.
Cómo actuar: Dedicar tiempo individual al hijo mayor, escuchar sus emociones y no minimizar lo que siente.

Morder a un amiguito

Es una forma de expresar frustración, defenderse o recuperar control en situaciones tensas.
Cómo actuar: Explicar consecuencias, modelar autocontrol y supervisar de cerca para evitar accidentes.

No quiere irse a dormir

La separación, el cansancio o la resistencia al cambio pueden dificultar la rutina nocturna.
Cómo actuar: Crear rituales predecibles, bajar el ritmo antes de dormir y ofrecer contención emocional.

Estos comportamientos, aunque desafiantes, son parte natural del proceso de crecimiento. Comprender su origen ayuda a responder desde la calma, la empatía y la educación emocional.

Trastornos genitales en bebés: lo que los papás deben saber

Algunos trastornos genitales son relativamente frecuentes en los bebés varones y suelen detectarse en revisiones pediátricas durante los primeros meses de vida. Aunque pueden generar preocupación, la mayoría tiene solución y, con el tratamiento adecuado, no comprometen la fertilidad ni la vida sexual futura.

1. Testículo retráctil o “en ascensor”

Ocurre cuando los testículos se sitúan en una posición más alta de lo normal, pero pueden volver manualmente a la bolsa escrotal. En algunos casos desaparece solo; en otros se requiere intervención quirúrgica o laparoscópica.

2. Criptorquidia o testículo no descendido

El testículo no está en su posición habitual. En muchos bebés prematuros desciende espontáneamente en los primeros meses. Si no lo hace, se recomienda corregirlo mediante cirugía temprana para proteger la fertilidad futura.

3. Varicocele

Se trata de una dilatación de las venas del testículo. Aunque es más común en la adolescencia, algunos casos pueden identificarse en la infancia. Debe tratarse para evitar problemas de fertilidad en la edad adulta.

4. Fimosis

La mayoría de los casos es fisiológica y se resuelve sola con el crecimiento. El prepucio se desprende de forma natural con el tiempo. Solo el 1% presenta una fimosis patológica que requiere tratamiento médico o cirugía.

5. Hipospadias

El orificio de la uretra no está en la punta del pene, sino más atrás. Dependiendo del grado, puede requerir cirugía entre los 6 meses y el primer año de vida. Su origen suele estar vinculado a factores genéticos u hormonales durante el embarazo.

Estos trastornos, aunque alarmantes para los padres, cuentan con soluciones seguras y eficaces. El diagnóstico temprano y las revisiones pediátricas son clave para un tratamiento oportuno y exitoso.

Las primeras palabras de tu bebé: cómo evoluciona el lenguaje paso a paso

El desarrollo del habla es un proceso fascinante que avanza por etapas muy claras. Desde los primeros sonidos involuntarios hasta las frases completas, cada fase indica nuevos aprendizajes y conexiones cerebrales. Identificar estos avances —y detectar señales de alerta— ayuda a acompañar mejor a tu hijo en su camino hacia la comunicación.

0–6 meses • Lenguaje preintencional

El bebé se expresa con llanto, sonidos, gestos y balbuceos que reflejan necesidades básicas y estados de ánimo. Reconoce la voz de mamá, fija la mirada, sonríe y empieza a emitir sonidos propios. A esta edad, hablarle despacio, con cariño y frecuencia ayuda a estimular sus primeras interacciones.

6–12 meses • Comunicación intencional

Aparecen los primeros gestos con significado: señalar, mover la cabeza para decir “no”, despedirse con la mano. También imita sonidos de animales, reconoce su nombre y empieza a comprender órdenes simples. Si no gesticula, no emite sílabas o no responde a su nombre, conviene consultar.

12–18 meses • Fase lingüística 1

El niño empieza a usar palabras simples (“agua”, “mamá”, “tete”) y las asocia con objetos o acciones. Puede comprender más de lo que expresa, imitar rutinas y señalar cosas que quiere nombrar. Leerle cuentos y repetir palabras nuevas fortalece su vocabulario inicial.

18–24 meses • Fase lingüística 2

Llega la etapa del “¿por qué?” y el lenguaje despega: puede aprender de 250 a 300 palabras y combinar dos o tres en frases cortas. Es normal que aún no pronuncie bien ciertos sonidos o invierta sílabas. Lo importante es seguir estimulándolo con juegos, historias y conversaciones.

24–36 meses • Fase de conclusión

Aparecen frases completas con estructura coherente: usa verbos, artículos y pronombres para describir lo que piensa o siente. Jugar con otros niños, dibujar y conversar en familia ayudan a cerrar esta etapa. Si su habla es muy difícil de entender o no avanza en vocabulario, el pediatra valorará la necesidad de consultar con un especialista.

Video: ¿Qué pasa si estoy embarazada y tengo un perro?

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Decorar el cuarto del bebé: ideas seguras y funcionales

Preparar el cuarto del bebé es una de las experiencias más emocionantes del embarazo, pero también requiere decisiones estratégicas. No se trata solo de estética: la seguridad, la funcionalidad y la practicidad deben ser la base de cada elección. Aquí tienes una guía clara para crear un espacio bonito, cómodo y seguro.

1. Prioriza la seguridad ante todo

Antes de pensar en colores y accesorios, revisa que la habitación cumpla con medidas básicas de seguridad: enchufes protegidos, ventanas con seguro, muebles firmemente anclados y ausencia de cables colgantes. La cuna debe estar libre de objetos que puedan representar un riesgo y colocada lejos de corrientes de aire.

2. Elige muebles funcionales (y que crezcan con tu bebé)

Opta por piezas que puedan adaptarse al paso de los meses, como una cuna convertible, una cómoda que también funcione como cambiador o estantes bajos para fomentar autonomía más adelante. La clave es invertir en muebles duraderos y versátiles.

3. Iluminación suave y regulable

La iluminación ideal debe ser cálida y ajustable. Una lámpara de luz tenue ayuda durante las tomas nocturnas y favorece el sueño del bebé. Añade cortinas blackout para controlar la entrada de luz durante el día.

4. Organización inteligente

El cuarto del bebé debe facilitar la rutina diaria. Usa contenedores, canastas y cajones etiquetados para mantener ordenados pañales, ropa y productos de higiene. Coloca lo más utilizado al alcance de la mano para evitar desplazamientos innecesarios.

5. Materiales seguros y fáciles de limpiar

Elige textiles hipoalergénicos, alfombras lavables y pinturas libres de químicos tóxicos. Recuerda que el bebé estará en constante contacto con superficies y tejidos, así que la prioridad es la salud y el confort.

6. Una decoración que estimule sin saturar

Los colores suaves, ilustraciones simples y detalles sensoriales—como móviles, texturas o figuras contrastantes—favorecen el desarrollo visual y cognitivo del bebé. Evita sobrecargar el espacio para no generar estrés visual.

7. Espacios para crear vínculos

Incluye un sillón cómodo para alimentar al bebé o arrullarlo, un espacio que se convertirá en uno de los rincones más importantes del cuarto. Asegúrate de que sea ergonómico y cuente con apoyo lumbar.

5 tips sobre cómo manejar los despertares nocturnos

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1. Rutina constante antes de dormir.
Baño tibio + luz baja + pocos estímulos = mente lista para descansar.

2. Intervención mínima.
Entra, calma al bebé y sal. Evita prender luces o hablar demasiado.

3. Observa patrones.
Muchos despertares tienen causa: hambre, frío, calor, ruido o siestas largas.

4. Enséñale a dormirse solo.
Colócalo somnoliento pero despierto para que aprenda a autorregularse.

5. Evita cambios bruscos.
Si haces ajustes, que sean graduales: dormirlo un poco antes, menos siesta, etc.

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Mapa del dolor en el parto: entenderlo para vivirlo con más calma

El trabajo de parto es un proceso intenso, profundo y transformador. Conocer cómo se presenta el dolor en cada fase ayuda a vivirlo con menos miedo y con mayor consciencia. Este “mapa del dolor” explica, etapa por etapa, qué ocurre en el cuerpo y qué métodos pueden ayudar a aliviar las molestias.

FASE 1 — El abdomen

Con las primeras contracciones aparece un dolor bajo parecido al menstrual, pero cada vez más intenso. La molestia inicia suave, se vuelve irregular y luego rítmica.
Por qué sucede: el cuello del útero empieza a dilatarse para permitir el paso del bebé.
Qué puede ayudar: masajes en la zona lumbar, compresas tibias, movimientos suaves y técnicas de respiración. Aromas como lavanda o jengibre pueden favorecer la relajación.

FASE 2 — La barriga

A medida que la dilatación avanza, el dolor se intensifica y se irradia en forma de banda alrededor del vientre. Es frecuente sentir presión, cansancio y necesidad de cambiar de posición.
Por qué sucede: el útero trabaja más profundo, empujando al bebé hacia el canal de parto.
Qué puede ayudar: caminar, balancearse, uso de pelota de parto, hidroterapia, cambios de postura y apoyo emocional constante. La neuroestimulación eléctrica (TENS) puede resultar útil en algunos casos.

FASE 3 — La zona sacra

Durante los pujos aparece un dolor muy localizado en el pubis, sacro, esfínter anal y muslos, junto con sensación de ardor.
Por qué sucede: la cabeza del bebé desciende y presiona el perineo, lo que abre paso para su nacimiento.
Qué puede ayudar: elegir posiciones que reduzcan la presión (cuatro puntos, lateral, semicuclillas), compresas tibias y acompañamiento continuo. Mantener la movilidad favorece un parto más cómodo.

FASE 4 — Después del nacimiento

Una vez que la cabeza y los hombros del bebé salen, el dolor disminuye casi por completo. Aún pueden sentirse molestias durante la expulsión de la placenta y en las primeras horas posteriores.
Por qué sucede: el útero se contrae para detener el sangrado y volver a su tamaño.
Qué puede ayudar: aplicación de frío local, descanso, hidratación y lactancia temprana, que acelera la involución uterina gracias a la oxitocina.

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