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VER BIEN PARA RENDIR MEJOR EN CLASES
El sentido de la vista impacta de una manera crucial en el desempeño escolar y las actividades extracurriculares de los niños. ¿Sabes si tu hijo ve bien? Quizás necesite anteojos o algún otro apoyo y no te has dado cuenta.
El éxito en el rendimiento escolar, entendido, de manera general, como los resultados del aprendizaje en términos de calificaciones, depende de muchos factores. Desde cómo está durmiendo el pequeño estudiante, si su alimentación es la adecuada, si vive en un ambiente amoroso y que lo motiva, hasta de posibles trastornos en su salud, que pueden ser tan variados y complejos o sencillos de resolver.
En este aspecto de salud física, uno de los principales motivos de bajo rendimiento es una tener una pobre agudeza visual, es decir, que el niño o niña no vea bien. Se sabe que entre el 65 y el 70% de la información que procesamos llega a nuestro cerebro a través de los ojos, así que la visión del menor no funciona de forma óptima, el aprendizaje será bajo.
No son raros los casos en los que un chico que siempre había tenido buenas calificaciones y era participativo, de repente pierda el interés en sus actividades escolares simplemente porque no ve bien el pizarrón y no entiende las lecciones, y nadie se ha dado cuenta y ni él lo ha manifestado.
BUENA VISIÓN ES IGUAL A BUENA COMPRENSIÓN
Si los sentidos están afectados, es muy difícil que una persona pueda desempeñar adecuadamente sus actividades o que tenga una buena calidad de vida, “y la visión es fundamental porque no vivimos en un mundo que esté diseñado o adaptado para tener una visión baja”, señala el Dr. Pablo Limón Zurita, médico oftalmólogo adscrito al Hospital de la Luz, en la Ciudad de México.
Por eso es muy difícil que un niño o niña que no ve bien tenga un buen desempeño escolar. El experto explica que cuando el estudiante no tiene una buena calidad visual, pierde interés en sus actividades escolares y extracurriculares. “Y muchas veces la familia no identifica por qué ha bajado el rendimiento”, comenta. Además, el niño no sabe o no puede manifestar que no ve bien. Esto también influye en actividades extracurriculares, como los deportes: “no es que no les guste el futbol o el basquetbol, lo que pasa es que no ven el balón y no se siente seguro de practicarlo. ¿Y cómo lo va a manifestar? Con desinterés”, agrega el doctor.
ELLOS NO SABEN QUE NO VEN BIEN
Por eso es importante que maestros y padres de familia estén atentos a posibles señales de que existe algún problema ocular, tales como:
- Dolor de cabeza después de que leen.
- Necesidad de sentarse muy cerca del pizarrón o de la pantalla para poder ver.
- Entrecerrar los ojos.
- Frotar con frecuencia sus ojos.
- Lagrimeo y ojos rojos.
- Pestañeo más frecuente de lo habitual.
- Lectura lenta con apoyo del dedo para seguir las palabras o leer a intervalos.
CONSEJOS PARA LOGRAR UNA VISIÓN ÓPTIMA
Limitar el uso de las pantallas con periodos de descanso. No se trata de prohibir, porque las actividades hoy día requieren del uso de pantallas. Lo recomendable que es cada 30 minuto de tener un uso continuo, se quite la vista de ellas y se fije a larga distancia. Idealmente se debe hacer al aire libre. Por ejemplo, salir al patio o al balcón, y tratar de ver lo más lejos posible. Hoy día se tiene una epidemia de miopía, señala el Dr. Limón Zurita la cual, a grandes rasgos es la incapacidad para ver de lejos: “una de las teorías es que, al realizar actividades que requieran ver muy de cerca, el desarrollo visual disminuye su capacidad para ver de lejos”.
- No frotarse los ojos, ya que se pueden dañar estructuras oculares, como la córnea.
- Llevar al niño o niña a una revisión ocular de manera anual. Esta debe hacerla un oftalmólogo. Si encuentra algún problema en particular, se mandará al menor con un subespecialista.
- No colocar gotas o remedios en los ojos de los niños si no están recetados por el oftalmólogo, ya que esto puede traer complicaciones a largo plazo.
Y, por favor, siempre créele a tu hijo. Si te dice que algo ocurre con su visión o que siente alguna incomodidad, hay que apoyarlo y llevarlo con el especialista. A veces unos anteojos graduados pueden ser la solución al problema, añade el experto del Hospital de La Luz: “si la baja visión se detecta a tiempo, en algunos casos podrá ser reversible o se podría detener su progreso. Si es algo muy grave, quizás el tratamiento tenga sus limitaciones pero en todo caso, se podrían tratar las complicaciones.
Ahora que ya sabes la importancia de que los peques vean bien, no te olvides programar su próxima revisión ocular para que vaya por un camino de aprendizaje más feliz y disfrutable.
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FRASES QUE LASTIMAN A TUS HIJOS. ¡NO LAS DIGAS MÁS!
Si le has dicho a tu niña o niño que no llore o que “no es para tanto”, te urge revisar esas frases o expresiones negativas que solemos utilizar en la crianza.
Muchas veces herimos a nuestros hijos con expresiones que nos dijeron a nosotros cuando éramos niños y que, ahora que somos padres, repetimos sin siquiera imaginar el daño emocional que les estamos provocando.
Cuando le dices a tu hija o hijo: “¿Eres tonto o te haces?”, “Pareces niña” o “Aprende a tu hermano”, estás violentando a tus hijos. La agresión verbal y psicológica es una forma de violencia y por ningún motivo se debe justificar.
Como responsables de velar por la seguridad y el bienestar de las niñas y los niños, es necesario construir relaciones en las que predomine el buen trato. “La crianza tiene como función asegurar un crecimiento sano. Y aportar un clima afectivo y de apoyo emocional es importante para que bebés, niñas, niños y adolescentes se desarrollen psicológicamente de forma sana”, considera Luz del Carmen Aguilar, psicoterapeuta infantil y juvenil.
“SI SIGUES LLORANDO, TE VA A LLEVAR EL POLICÍA”
Esta es una frase amenazante. Le estás comunicando a tu niña o niño que está mal expresar sus sentimientos. El mensaje que le estás enviando es que llorar no es bueno, y que si expresa esa emoción recibirá como consecuencia un castigo. Además, puedes crear confusión y desconfianza en el niño hacia las personas encargadas de dar seguridad. Nuestra tarea como padres es “brindar amor y comprensión a los niños y las niñas en un espacio de protección y seguridad para ellas y ellos”, de acuerdo con la UNICEF.
“¡ERES UN DESASTRE!”
Estamos tan acostumbrados a la violencia, que la sentimos como algo normal. Incluso, hay escenas en películas o series de televisión, en las que hay actos violentos hacia los infantes y provocan risa. Pero, lo normal debería ser vivir sin faltas de respeto, humillaciones o amenazas.
Acostumbremos a nuestros hijos a los buenos tratos. Si etiquetas a tu niña o niño con frases como “eres flojo”, “eres un bueno para nada” o “eres un desastre”, tu hijo crecerá con la idea de que no hace nada bien; crecerá con sentimientos de inferioridad e inutilidad.
“NO LLORES, NO ES PARA TANTO”
Decirle esta frase a tu niña o niño es invalidar sus sentimientos y emociones. También hará que se sienta ignorado. No obstante, una crianza respetuosa valora lo que está pensando y sintiendo un pequeño. Además, llorar ayuda a liberar estrés. Después de llorar, tu hija o hijo se puede sentir mejor.
Como padres, debemos buscar solucionar los problemas de manera positiva, sin recurrir a humillaciones. Pero, sobre todo, dar a los hijos la certeza de que pueden confiar en nosotros con la finalidad de crear un vínculo fuerte. Tú ¿confiarías en alguien que te provoca miedo o te hace sentir inseguro?
Las diferentes formas de maltrato nunca serán una buena alternativa para la crianza y el bienestar emocional de nuestros hijos. Por el contrario, si das amor, protección, cuidados y respeto, eso será lo que también aprendan a dar y recibir tus hijos, de sus padres, amigos, maestros, y de todas las personas con las que conviva.
“APRENDE A TU HERMANO”
¿Cómo te sentirías si te estuvieran comparando con alguien más? Seguramente no te agradaría. Tampoco lo hagas tú. Las comparaciones sólo vuelven inseguros a las personas. Cuando comparas a tus hijos, puedes provocar una rivalidad entre hermanos.
Al comparar, también pones a tu hijo en desventaja con respecto al otro. Deja de hacer comparaciones. Todos los niños son diferentes. Trata de ver en cada uno de tus hijos sus fortalezas y no sus deficiencias.
“¡ME TIENES HARTA!”
Ten cuidado con los mensajes que das a tus hijos y cómo los dices. Si estás a punto de explotar, es recomendable contar hasta 10. Y si el enojo continúa, opta por retirarte. Cuando los padres estamos molestos podemos decir cosas desagradables a nuestros hijos de las que después nos podemos arrepentir.
Un trato ofensivo hacia a tu hijo hará que piense que no lo quieres y que no puede ser querido por los demás. Asimismo, puede sentirse aislado, abandonado y poco querido.
DETENGAMOS LA VIOLENCIA EMOCIONAL
Carmen Aguilar, experta en crianza positiva y vocera de Casa Integrativa de Potencial Humano apunta que, “si los adultos encargados de la crianza están sostenidos por otras personas, si hay una red de apoyo y si los momentos de estrés tienen la posibilidad de gestionarse, las niñas y los niños tendrán garantizados el buen trato”.
De acuerdo con el Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), la negligencia parental es un tipo de maltrato infantil, que priva a los menores del cuidado, protección y afecto que deben recibir de los adultos responsables que los rodean para su óptimo desarrollo.
La organización señala, que la educación con gritos e insultos perjudica a los infantes, pues:
- Daña el desarrollo cerebral.
- Crea un ambiente familiar negativo.
- Provoca una baja autoestima.
- Disminuye la confianza en las relaciones entre padres, madres, hijas e hijos.
- Promovamos la disciplina positiva, sin violencia y desde el respeto, con base en la comunicación, el amor y la empatía. Algunas recomendaciones, son:
- Mantener una escucha activa y de comprensión para establecer un clima de armonía entre padres e hijos.
- Enseñar autocontrol y responsabilidad a niños y niñas.
- Reconocer su buena conducta y logros.
- Usar el diálogo y no la imposición con el fin de llegar a acuerdos.
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PRINCIPIOS BÁSICOS DE LA CRIANZA CON APEGO
El psicoterapeuta Rafa Guerrero, autor del libro ¿Me acompañas?, nos habla de cómo fomentar el apego seguro y establecer una relación saludable y positiva con nuestros hijos.
TRES CLAVES IMPORTANTES
• La primera es que el adulto que acompaña al niño tenga la capacidad de sintonizar, de conectar, de ser empático con él. Es decir, que sea capaz de comprenderlo y saber realmente lo que le pasa.
• La segunda clave está relacionada con permitir o validar la emoción o la necesidad que el niño siente, y que no la decide él.
• La tercera clave es la responsividad, es decir, dar respuesta en función de la necesidad que presenta el niño. Por ejemplo, si mi hijo siente miedo, lo tengo que proteger; si mi hijo tiene hambre, le tengo que dar de comer; si mi hijo está cansado, debe descansar. Es decir, debemos estar al servicio de las necesidades de los niños.
¿CUÁLES SON LOS TIPOS DE APEGO Y EN QUÉ SE DIFERENCIAN?
• El primero es el apego inseguro de tipo evitativo. Son, generalmente, papás muy fríos y calculadores, que se centran excesivamente en los logros académicos, lingüísticos, musicales y deportivos, y dejan de lado la parte emocional del niño. Suelen ser papás muy autoritarios, que utilizan mucho el chantaje y el castigo.
• El segundo es el apego inseguro de tipo ansioso ambivalente. Nos encontramos habitualmente a mamás que tienen una gran presión y que sienten muchas emociones que no pueden gestionar. En consecuencia, tienen maneras muy variables de responder a sus hijos, no son predecibles. ¿Qué ocurre? La manera tan variable y ambivalente que tiene el adulto de responder a las necesidades del niño genera en él mucha ansiedad.
• El último es el apego desorientado desorganizado. Suelen ser mamás y papás que, en un alto porcentaje de los casos, presentan trastornos psiquiátricos, tienen grandes dificultades para autorregularse y autogestionarse, como para hacerse cargo de un niño. Y son padres que ni protegen, ni fomentan la autonomía, con lo cual el caos que generan en los niños es muy difícil de gestionar.
¿CÓMO PROTEGER SIN CAER EN LA SOBREPROTECCIÓN?
• Habitualmente, vemos que papá o mamá suelen proyectar sus propios miedos en el niño. Y eso también es sobreproteger: ubicar mi miedo en mi hijo, cuando mi hijo realmente no tiene miedo. Los niveles de sobreprotección que tenemos hoy en día son muy altos porque los niveles de incertidumbre, de estrés, generan mucho miedo en nosotros como adultos. Y esto hace que estemos protegiendo constantemente a nuestros niños.
• La clave está en ser empáticos, en comprender a nuestro hijo, saber realmente lo que necesita y darle la dosis necesaria de protección. Si tu hijo necesita X de protección, le tienes que dar X, aunque a ti te genere miedo. Si le das más, lo estás sobreprotegiendo. Cuando explico el apego, muchas veces, lo hago utilizando frutas. En el apego seguro, si el niño metafóricamente necesita una naranja, los padres, para generar ese apego seguro, tienen que darle una naranja, no un kiwi, ni tres papayas ni un naranjo entero. Todo en su justa medida y lo que él necesita, no lo que él nos pide.
¿QUÉ PODEMOS HACER PARA QUE SEAN INDEPENDIENTES Y AUTÓNOMOS?
• Es importante comprender en qué momento están nuestros hijos, saber qué es lo que pueden y lo que no pueden hacer. Y cuando nuestros hijos nos digan: “Es que no puedo, no me sale”, nosotros les digamos: “Todavía, no”. Es el poder del todavía, que dice Carol Dweck. Por ejemplo, estoy seguro de que mi hija, en un futuro, sabrá manejar perfectamente un cuchillo, pero, hoy en día, no es capaz de hacerlo, o está aprendiendo. Hay que saber en qué punto están nuestros hijos, cuál es la zona de desarrollo real, y también cuál es la zona de desarrollo próximo, hacia dónde podemos orientarlos, qué es lo que pueden conseguir con esfuerzo y sacrificio, con nuestro apoyo y nuestro aliento.
• El problema es que, muchas veces, nuestros hijos se frustran, se enojan con nosotros o con ellos mismos, porque les estamos planteando objetivos que no son alcanzables. Por eso, hay que conectar y empatizar, conocerlos mucho para saber qué objetivo les podemos proponer, y ayudarles a fomentar esa autonomía.
¿Y CÓMO PONER LÍMITES DE UNA FORMA EFECTIVA?
• Los límites son una necesidad. Los niños necesitan saber lo que se puede o no se puede hacer, y necesitan que les digamos que no para que ellos entiendan que los queremos. Y por eso les decimos que no, porque esto o aquello no es bueno para ellos.
• Los límites se deben poner con cariño y respeto, y de forma anticipada. Por ejemplo, “a partir de ahora, estas van a ser tus funciones en casa” o “Ya te voy adelantando, que vamos a ir al cumpleaños de tu amiga Berta, pero a las 7 de la tarde nos iremos porque tenemos que ir al dentista”. Es importante preparar al niño con tiempo, darle una narrativa, una explicación, y luego entender y validar sus emociones, porque es legítimo que el pequeño se enoje si le decimos que no a algo. Es inevitable que surjan conflictos, pero forman parte de la vida, y los niños deben aprender a tolerar la frustración.
¿QUÉ CONSEJOS DARÍAS PARA ESTABLECER UNA RELACIÓN SALUDABLE Y POSITIVA?
• Una de las cosas que tenemos que hacer es formarnos. En la base de nuestro encéfalo, hay una parte instintiva que heredamos de los reptiles y que es fantástica, pero, hoy en día, para criar no es suficiente con el instinto; hay que formarse, hay que leer mucho, ir a conferencias, charlas, debatir con nuestra pareja y amigos cercanos… Existen muchas opciones y tenemos que intentar que la opción que pongamos en marcha le sirva a nuestro hijo. La psicoterapia tanto a nivel personal como profesional me parece una herramienta fantástica.
• Y también es importante ser conscientes de los errores que cometemos con nuestros hijos y ser lo suficientemente valientes como para hacernos responsables del error que hemos cometido, agacharnos, mirarlos a los ojos y pedirles perdón. Reparar el daño que hemos causado va a generar esa conexión y va a ayudar a poder desarrollar un apego seguro con nuestros hijos.
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VENTAJAS DE LEER CUENTOS A LOS NIÑOS
Entrevista con la autora Cuentos de Lucía, mi pediatra 2.
¿POR QUÉ CREES QUE LOS CUENTOS TRANSMITEN MÁS A LOS NIÑOS?
Porque los niños son capaces de sentirse identificados con los personajes de los cuentos. Además, tienen a papá o a mamá o a los abuelitos ahí, con ellos, contándoles el cuento, lo que hace que la hora del cuento se convierta en un momento muy especial. Todo lo que transformemos en juego y diversión cala y deja huella en los niños.
¿QUÉ CONCEPTOS O HERRAMIENTAS QUIERES HACER LLEGAR A LOS NIÑOS CON LA LECTURA DE ESTOS CUENTOS?
Cuando empecé a escribir cuentos infantiles pensé: “¿Qué mejor manera de enseñar a los niños a cuidarse que a través de unos cuentos?”.
Si educamos a los niños en salud desde pequeñitos, no tendremos que educarlos cuando sean padres. En este nuevo volumen, hablamos de las gastroenteritis, de las caries y de cómo prevenirlas, de los piojos, un tema que tanto interés despierta en los niños, de la importancia del lavado de manos, de los virus y las bacterias y, por supuesto, de cuidados emocionales, como puede ser aprender a gestionar nuestros miedos, aceptar nuestras diferencias y trabajar la empatía y la compasión. Enseñemos a nuestros hijos a cuidar de su salud física y emocional. ¡Esa es la clave!
¿NOS PODRÍAS DAR EJEMPLOS DE CÓMO AYUDAR FÍSICA O EMOCIONALMENTE AL PEQUEÑO?
Un ejemplo podría ser el capítulo de “Los héroes de la compasión”. ¿Cómo explicarles a nuestros hijos en qué consiste esta emoción? ¿Cómo podemos desarrollarla? Lola, la protagonista, aprenderá una valiosa lección en el patio de la escuela y tendrá la valentía de compartirla con el resto de sus compañeros, animándolos a vestir su capa de la compasión. De unos padres empáticos y compasivos encontramos hijos sensibles y comprometidos. Y esto es lo que necesita el mundo ahora mismo: sensibilidad, compromiso, empatía y compasión.
¿QUÉ TE GUSTARÍA QUE LOS NIÑOS APRENDIERAN LEYENDO TUS CUENTOS?
Me gustaría que entendieran que para casi todo lo que les ocurre en su cuerpo cuando están malitos hay una explicación basada en el conocimiento científico, que ellos ya pueden entender y participar de ello. Y me gustaría que normalizaran todas las emociones que van a ir teniendo a lo largo de su vida, que aprendieran a gestionarlas, para que lleguen a ser niños, adolescentes y adultos plenos y libres.
¿POR QUÉ CREES QUE LOS PADRES DEBERÍAN LEER CUENTOS A SUS HIJOS?
Un niño que lee tiene más posibilidades de ser un adulto que lea, con todas las enseñanzas y aprendizajes que extraemos de este gran hábito. Uno de los recuerdos más bonitos que yo tengo de mi propia infancia es ese justamente, cuando mis padres me leían el cuento y, por supuesto, cuando muchos años después yo se lo leía a mis hijos. Lástima que ahora ya son adolescentes y no quieren que se lo lea, aunque sí me siento con ellos en la cama y platicamos un ratito antes de cerrar los ojos.
¿CUÁL CREES QUE ES EL MEJOR MOMENTO PARA LEER CUENTOS A LOS NIÑOS?
Básicamente, cuando a los niños se les antoje y tú estés relajado y tranquilo. Que no se trata de leer por leer. Se trata de disfrutar de ese ratito juntos. En mi caso, la noche era ideal; leer cuentos los ayudaba a relajarse, a soñar bonito… ¡y a mí, también!
¿CÓMO DEBEN LEER LOS PAPÁS Y LAS MAMÁS LOS CUENTOS A SUS HIJOS?
Me gusta que los cuentos tengan algún tipo de enseñanza, que podamos luego debatir un poquito, llevarlo a nuestro entorno, poner ejemplos con los que ellos puedan empatizar y aprender. Los cuentos me parecen una herramienta valiosísima de aprendizaje, siempre y cuando lo hagamos desde la calma, desde la curiosidad y la sorpresa y, por supuesto, desde el amor.
¿CUÁL ES LA CLAVE PARA QUE LOS NIÑOS SE CONVIERTAN EN BUENOS LECTORES?
La clave es el ejemplo. Leamos con nuestros hijos. Que nos vean leer. Que nos escuchen hablar de libros que más nos gustan.
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