Si bien nuestra sociedad ha cambiado mucho con respecto a lo que se espera del rol del hombre y del de la mujer, todavía podemos escuchar estos mensajes dirigidos a los niños dependiendo de su género. Y lo cierto es que son sumamente dañinos, ya que, si la niña o el niño los escucha de forma repetida, aprende que esas emociones son “malas”, por lo que las tiene que esconder hasta que se van acumulando dentro y luego explotan. Pero se expresan en forma disfrazada: pegando a otros en la escuela, temores inexplicables a la noche, conductas desafiantes, ataques de ira… También se expresan en el cuerpo, en forma de dolores de estómago o de cabeza, accidentes frecuentes, contracturas musculares, entre otros. 

Todo lo que sentimos es válido

En definitiva, el mensaje que los adultos deberían dar a los niños respecto a las emociones es el siguiente:

• No hay emociones “buenas” ni “malas”. 
• No podemos decidir qué sentir y qué no sentir, ni dejar de hacerlo.
• No hay que esconder lo que uno siente.
• Mamá y papá nunca te van a juzgar ni a criticar por lo que sientes.
• Mamá y papá van a tratar de ayudarte a poner en palabras lo que sientes.
• Lo que sentimos se expresa en el cuerpo. Si estamos tristes, podemos llorar (¡y después hasta nos sentimos mejor!), si estamos enojados, nuestro ceño está fruncido y la cara muy seria, quizás sentimos calor y mucha molestia. No tenemos que luchar contra esto, sino experimentarlo, respirar hondo y  hablar con mamá/papá. 
• Ninguna emoción debería darnos vergüenza.