
Cómo afecta la cultura de dietas a los niños
¿Alguna vez has escuchado a un niño decir “eso engorda”? La cultura de dietas ha llegado a la infancia y puede dejar marcas profundas si no la detenemos a tiempo.

¿Qué es la cultura de la dieta y por qué afecta a los niños?
La cultura de la dieta es ese sistema de creencias que valora más la delgadez que la salud, que etiqueta los alimentos como “buenos” o “malos” y que asocia la autoestima con el tamaño corporal. Aunque parece una preocupación de adultos, los niños están cada vez más expuestos a este lenguaje y a sus consecuencias.
Desde programas de televisión hasta conversaciones familiares, muchos mensajes promueven la idea de que el cuerpo debe cambiarse, y que lo “correcto” es comer menos. Esto puede interferir en el desarrollo emocional y físico de los más pequeños, especialmente cuando su autoestima y percepción del cuerpo se están formando.
¿Cómo se manifiesta la cultura de la dieta en los niños?
Los niños aprenden por imitación. Si oyen frases como “estoy a dieta”, “comí mucho y ahora tengo que hacer ejercicio” o “no puedo comer eso porque engorda”, es muy probable que las repitan e interioricen. Estas son algunas señales de alerta:
Preocupación por su cuerpo o peso a edades tempranas.
Rechazo de ciertos alimentos sin justificación.
Comentarios negativos sobre su cuerpo o el de otros.
Asociar comida con culpa o castigo.
La diferencia entre una dieta restrictiva y una alimentación balanceada
Una alimentación equilibrada promueve el bienestar físico y emocional, sin eliminar grupos alimenticios ni etiquetar la comida como “prohibida”. En cambio, las dietas restrictivas:
Imponen reglas rígidas.
Promueven el conteo calórico excesivo.
Fomentan la culpa tras ciertos alimentos.
No consideran el hambre como una señal natural del cuerpo.
En la infancia, restringir alimentos puede afectar el crecimiento, causar ansiedad en torno a la comida y aumentar el riesgo de trastornos alimentarios en la adolescencia.

Consejos para fomentar una relación sana con la alimentación
Evita usar la comida como castigo o recompensa.
No conviertas el postre en un premio ni el brócoli en un castigo.
Haz de la hora de comer un momento familiar y sin pantallas.
Esto mejora la conexión emocional con la comida.
Incluye a los niños en la cocina y en la elección de alimentos.
Al involucrarlos, entienden mejor de qué se compone una comida saludable.
Enfócate en lo que pueden comer, no en lo que deben evitar.
Elige frases como “vamos a probar estos colores en el plato” en vez de “no comas eso”.
Educa con el ejemplo.
Frase común | Alternativa saludable |
---|---|
“Eso te va a engordar” | “Ese alimento es para ocasiones especiales” |
“Estoy a dieta” | “Estoy aprendiendo a cuidar mi cuerpo” |
“Tienes que comer esto porque es sano” | “Este alimento te ayuda a crecer fuerte y sano” |
Tus actitudes hacia tu cuerpo y tu comida son el mayor aprendizaje.
La cultura de dietas puede instalarse desde muy temprano en la infancia y dejar secuelas emocionales y físicas. Como madres, padres o cuidadores, tenemos la oportunidad de transformar ese discurso en uno de amor, salud y respeto por el cuerpo. Enseñemos a nuestros hijos a comer de forma balanceada, alegre y sin culpa. Una buena relación con la comida es uno de los regalos más importantes que les podemos dar.
Soluciones a contratiempos que pueden ocurrir durante un viaje familiar
¿De vacaciones? Te decimos qué percances se pueden presentar si viajas con tus hijos; así como qué hacer para prevenirlos o aminorarlos.
Las maletas ya están listas para ese viaje que durante meses has planeado. Revisas que todo esté empacado: documentación, ropa, juegos, batería portátil, protector solar, repelente de insectos. También quieres cargar con un antidiarreico, por si acaso. Sin embargo, no sería suficiente, pues durante un viaje se pueden presentar otros contratiempos.

Ya sea que viajes en automóvil, avión, barco o tren, la fundación Nemours Children’s Health recomienda incluir en tu equipaje algunos de los siguientes artículos:
- Medicinas que la familia use con regularidad.
- Analgésicos (como el paracetamol).
- Antiséptico, pomada antibiótica, curitas, vendas y aquellos medicamentos de venta sin receta médica que recomiende el médico familiar.
Pero, ¿cuáles son los contratiempos que pueden pasar durante un viaje familiar?
Mareo y ganas de vomitar
El problema más común que suele presentarse durante un viaje es el mareo y se le conoce como cinetosis, que es la aparición de náuseas y/o vómitos durante viajes por mar, aire, automóvil y tren. “La estimulación excesiva del aparato vestibular por el movimiento es la causa primaria”, de acuerdo con la Clínica Universidad de Navarra.
Antes de que aparezca, es probable que tu niña o niño refiera dolor de cabeza, sudoración, palidez y malestar en general. Si sabes que tu hijo puede presentar mareos en el viaje, puedes adquirir algún fármaco de venta libre en alguna farmacia y preguntar a tu médico qué dosis dar, acorde a la edad y peso de tu pequeño. El médico seguramente también te indicara que des la medicina media hora antes de viajar.
Oídos tapados
Escuchar decir a tu niña o niño que se le taparon los oídos sucede con frecuencia en un viaje. Y eso se debe a que los oídos están sujetos al cambio de presión del aire que varía según la altura en la que nos encontramos, de acuerdo con Felipe Orduña Bustamante, académico de la Coordinación de Investigación Científica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Para desaparecer este síntoma, masticar chicle o algún otro alimento, beber agua o bostezar para que la mucosidad deje pasar aire y la presión se equilibre”, recomienda el experto.

Diarrea del viajero
El viaje familiar va perfecto, cuando de repente tu niña o niño te dice por segunda vez, en menos de una hora, que quiere ir al baño, ¡ups! Inmediatamente piensas que algo le cayó mal a su estómago. De acuerdo con la Asociación Española de Pediatría (AEP), la diarrea es la enfermedad más frecuente del niño viajero y señala que “la principal medida de prevención consiste en seguir recomendaciones sobre higiene y consumo de alimentos, y recibir asesoramiento antes del viaje”.
Mas que llevar antidiarreicos o antibióticos, la recomendación de la AEP es llevar suero oral. Y para prevenir diarreas, durante o después del viaje, recomienda:
- Lavarse las manos con agua y jabón, antes y después de comer.
- Usa gel antiséptico elaborado con alcohol para las manos.
- Beber agua embotellada o hervida.
- Evitar la ingesta de pescados o mariscos crudos.
- No consumir alimentos en puestos ambulantes.
- Elegir lugares limpios para comer.
“Jet Lag”
El viaje familiar de tus sueños llegó ¡por fin! Subes al avión con tus hijos y en poco más de 10 horas estás en París. Sin embargo, a mitad del ascenso a la Torre Eiffel sientes un gran cansancio y tus peques tienen náuseas. No están enfermos. Se trata del “jet lag”, que de acuerdo con la Secretaría de Salud, es un trastorno que ocurre generalmente al viajar a través zonas horarias diferentes.
¿Qué se recomienda para aminorar los síntomas?
- Intentar adaptar el ciclo de sueño de la familia dos o tres días antes del viaje.
- Mantener una alimentación equilibrada.
- Tomar suficiente agua para estar hidratados.
- Procurar dormir en las horas de vuelo.
Estrés y ansiedad
Si bien a la mayoría de las niñas y niños conocer nuevos lugares les emociona, también puede provocarles ansiedad por no saber qué es lo que va a suceder. Por ejemplo, miedo a volar o a los lugares encerrados. La doctora María Laura Praino en el documento “Viajar con niños. Lo que debe saber el pediatra”, señala que viajar puede ser una situación estresante para los niños. Por eso, recomienda incluirlos en los preparativos para disminuir la ansiedad o temor, así como permitir que lleven objetos que les sean familiares, como muñecos, juguetes, su cobijita preferida, etcétera.

Algunos expertos también aconsejan informar a los pequeños qué va a pasar en el viaje: qué lugares van a conocer y qué nuevas experiencia van a experimentar, con la finalidad de disminuir la ansiedad.
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¿Qué dicen los expertos sobre niños jugando bajo la lluvia?
¿Dejarías que tu hijo se moje bajo la lluvia? Tal vez cambies de opinión después de conocer lo que opinan los expertos sobre esta experiencia sensorial.

Lluvia y salud: ¿mito o riesgo real?
Durante años se ha repetido la creencia de que mojarse bajo la lluvia provoca enfermedades, especialmente resfriados. Sin embargo, los expertos coinciden en que esta idea no tiene base científica sólida. El resfriado común es causado por virus, no por el contacto con el agua de lluvia.
La pediatra española, Gloria Colli, explica que “el frío y el mojarse pueden disminuir un poco las defensas locales”, pero que no causan enfermedades por sí mismos. El contagio ocurre cuando los niños están en contacto con superficies o personas infectadas, generalmente en espacios cerrados.
“El juego al aire libre, incluso bajo la lluvia, puede fortalecer la salud emocional y física si se toman las precauciones adecuadas”, añade la especialista.
Beneficios de jugar bajo la lluvia para los niños
Desarrollo sensorial y cognitivo:
El contacto con el agua de lluvia activa todos los sentidos: el tacto de las gotas, el olor a tierra mojada, el sonido del chapoteo. Estas experiencias enriquecen el aprendizaje natural y despiertan la curiosidad.
Fomenta la creatividad:
Jugar bajo la lluvia ofrece un espacio sin reglas rígidas ni estructuras. Los niños inventan juegos espontáneamente: desde carreras de charcos hasta construcciones de lodo. Esto estimula la imaginación y la resolución de problemas.
Fortalece el sistema inmunológico:
Diversos estudios afirman que los niños que pasan más tiempo en exteriores tienen menos probabilidades de desarrollar enfermedades respiratorias. La exposición a bacterias naturales del entorno ayuda a fortalecer el sistema inmunológico.
Reduce el estrés y la hiperactividad:
La lluvia tiene un efecto calmante. El sonido del agua cayendo y el movimiento libre permiten liberar tensiones. Es común que niños con mucha energía encuentren en esta actividad una forma saludable de canalizarla.

¿Y los peligros? Cómo jugar con seguridad bajo la lluvia
No todo momento de lluvia es apto para salir a jugar. Aquí algunas recomendaciones para asegurar la experiencia:
- Evita tormentas eléctricas o lluvias intensas.
- Usa ropa impermeable: botas de hule, impermeable y gorro.
- Supervisa a los niños en todo momento.
- Ten toallas listas y una ducha caliente al regresar.
Jugar bajo la lluvia debe ser una aventura segura, no una situación de riesgo.

¿Dejar que se mojen? Esto dicen los expertos
De acuerdo a la pedagogía Montessori y la filosofía Reggio Emilia, el juego libre en la naturaleza permite aprender a través de la experiencia. Esto refuerza la autonomía, la toma de decisiones y la empatía con el entorno.
Jugar bajo la lluvia no solo no enferma, sino que puede ser una de las experiencias más enriquecedoras para tus hijos. Ayuda en su desarrollo físico, emocional y cognitivo, siempre que lo hagan de forma segura. La naturaleza no es enemiga, es una aliada del aprendizaje y la felicidad infantil. Así que la próxima vez que veas llover, cambia el “¡No te mojes!” por un “¡Vamos a jugar juntos!”.

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