La cuna o el moisés siempre debe estar al alcance de los papás, no importa si está en la recámara de ellos o en la suya.
Un moisés es ideal para los primeros seis meses, pues por su reducido tamaño, el bebé se siente más cómodo.
También se puede recurrir al colecho con una cuna de estas características. (El colecho es una práctica familiar en la que el bebé o el niño duerme con los padres).
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El colchón es básico, así que es necesario que sea rígido, uniforme y confortable para que se adapte a las curvas del cuerpo de tu bebé pero sin acentuarlas.
Todos los bebés deben dormir siempre boca arriba, porque hacerlo de costado no es aconsejable ni tan seguro, afirman los pediatras.
Tampoco hay cubrir su cabeza con sábana o cobija, además de mantener la habitación a una temperatura confortable.
Luego que el médico cortó el cordón umbilical en el hospital, en su lugar queda un pequeño muñón que requiere cuidados especiales para evitar que se produzcan infecciones, sin embargo en un par de días cicatrizará y en su lugar quedará lo que comúnmente llamamos ombligo.
Nada supera en beneficios a la lactancia materna, así que aunque el pequeño se niegue la primera vez, mamá no debe alarmarse sino buscar la mejor posición para ella y el bebé, así se favorece una mejor estimulación y un vaciado eficaz de la leche.
Una vez que está satisfecho, es necesario que saque el aire con ayuda de sus papás, en principio bastará con apoyarlo en tu hombro y darle unos golpecitos en la espalda.
Lo normal es que un recién nacido duerma la mayor parte del día, entre 14 y 17 horas y se despierte cada 2 o 3 horas para comer, pero si no lo hace, no hay que dejar pasar más tiempo, es necesario cargarlo y destaparlo un poco para ofrecerle el pecho.
La mejor forma de cambiar un pañal es colocar al bebé boca arriba, levantar sus piernas y deslizarlo por debajo. Se deben eliminar todos los residuos y limpiar de diferente manera si es niño o niña.
Luego de comprobar la temperatura del agua y tener listos todos los aditamentos para bañarlo, se debe mantener al pequeño en posición horizontal y tomarlo con mucho cuidado.
La recomendación es lavar primero la cabeza y después el resto de su cuerpo.
Tan pronto como nace, el bebé reconoce la voz de mamá, por ello si ella no está junto a él, lo ideal es tener un monitor, que permite estar al pendiente en todo momento y escucharlo e incluso ver mientras papá o mamá están en otra habitación.
El llanto es natural en los niños, que durante los primeros días es la única manera de expresar una necesidad, así que durante la noche es imprescindible tener una lámpara con luz suave para tranquilizarlo.
La seguridad es primordial cuando se trata de tu bebé, por ello, antes de adquirir una carriola, verifica que cumpla con los puntos necesarios para que tu hijo se sienta cómodo y seguro. Sigue este A, B, C.
No debe tener partes que sobresalgan (como tornillos o piezas que no estén bien ajustadas), pues el pequeño podría lastimarse.
Los manillares deben ser recios y estar perfectamente fijados a la estructura del chasis.
El portabebés debe contar con las dimensiones adecuadas para que el bebé esté cómodo. Asimismo, el armazón debe permitir la ventilación del aire, de esta forma se evitará la humedad; también tiene que estar bien acolchonado y los revestimientos internos deben ser desenfundables y lavables.
La primera papilla: un momento importante para el pequeño y para su mamá. Es el inicio de un recorrido que, en unos meses, conducirá al niño a una autonomía propia.
El estará preparado para la primera papilla después de los seis meses de edad. No es conveniente empezar antes del medio año, porque el aparato digestivo del pequeño todavía no está preparado para recibir alimentos distintos a la leche materna. Asimismo, la introducción demasiado precoz de alimentos sólidos puede favorecer la aparición de alergias. Otro motivo por el que no conviene anticipar el destete es que, en general, el niño de menos de seis meses todavía no puede coordinar bien los movimientos de la boca y de la lengua, y podría tener dificultades para deglutir los alimentos sólidos.
Se debe empezar por los que no contienen gluten, como el arroz, el maíz, el mijo o el sorgo. Al principio, se pueden añadir un par de cucharadas a la leche materna. Después de las primeras pruebas, se podrá aumentar la cantidad de forma gradual, introduciendo otros cereales como la espelta, la cebada, la avena y el trigo.
Suele empezarse con pera, manzana y plátano, simplemente, porque, gracias a su sabor naturalmente dulce, resulta más fácil que el bebé las acepte. Pero también convienen las verduras como la zanahoria, la papa y la calabacita, que se pueden hervir o cocer al vapor.
En general, la primera papilla, que se introduce es la del mediodía, tanto por motivos prácticos como porque el ritual de la toma de antes de ir a dormir tiene un especial valor psicológico y tranquiliza al pequeño. Una vez transcurrido un mes desde el inicio de la alimentación complementaria, los purés diarios aumentan a dos y también se introduce la papilla de la noche.
La carne, que se puede introducir a partir de los 11 meses, es un alimento excelente para el crecimiento, pero no es indispensable. Se trata de una magnífica fuente de proteínas “nobles” (ricas en determinadas sustancias, los aminoácidos esenciales, que el organismo no es capaz de producir solo), y aporta una considerable cantidad de hierro. Sin embargo, si al niño no le gusta, no hay que dramatizar: una dieta compuesta por alimentos vegetales, cereales y legumbres (sin cáscara y triturados), completada con lácteos y, más adelante, con huevos y pescado, garantiza de forma completa y equilibrada todos los nutrientes que el pequeño necesita.
Durante la introducción de nuevos alimentos, las papillas industriales representan una excelente opción. Al estar homogeneizadas, son muy digestivas; totalmente seguras desde el punto de vista higiénico (las materias primas están muy controladas y la esterilización y el envasado al vacío aseguran la completa ausencia de gérmenes nocivos); son muy prácticas y se conservan fácilmente durante mucho tiempo.
A partir de los tres años: antes de esta edad, el intestino del pequeño todavía no es capaz de asimilar correctamente los nutrientes de la leche de vaca. Los expertos en nutrición recomiendan dar leche de crecimiento a los niños de uno a tres años, ya que tiene más hierro y vitaminas que la leche de vaca, pero es menos proteica. Esto representa también una ventaja, ya que diferentes estudios han demostrado que un exceso de proteínas puede favorecer el desarrollo de obesidad en los más pequeños.
Durante la introducción de nuevos alimentos, el niño debe beber en abundancia. De hecho, con los purés, aumenta la carga de desechos que el riñón debe destruir y el agua le ayuda en este trabajo. Es muy importante ofrecerle agua y bebidas exclusivas sólo para bebés.
El pescado es un alimento excelente, pero también es uno de los que provocan más alergias en los niños. Por este motivo, su introducción se retrasa hasta los 12 meses. Para empezar se puede optar por los pescado más fáciles de limpiar, con el fin de evitar el problema de las espinas.
Ingredientes:
Preparación:
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Con nueve meses, la curiosidad del bebé es cada vez mayor. Necesita conocer cosas nuevas cada día, y sus movimientos para agarrar y manipular las cosas son más finos. Le encanta gatear, ir de un sitio a otro, sentarse y, ante todo… ¡Divertirse con los juegos!
A los nueve meses, los bebés son muy inquietos y les gusta jugar con todo lo que tengan a su alcance, recorrer los sitios buscando nuevos entretenimientos, y llenar y vaciar cajas con todo tipo de objetos. Es muy importante vigilar la seguridad de la casa como las puertas, los cajones o los enchufes, ya que todo es interesante para ellos, y ya son capaces de estar de pie sosteniéndose con algún objeto.
Con nueve meses, los bebés escuchan con más atención las canciones y las conversaciones, son capaces de pronunciar algunas sílabas como: ‘ma’, ‘pa’, ‘ta’, ‘ba’, y algunas palabras por imitación.
Para la estimulación del lenguaje podemos enseñar al bebé a llamar a papá y a mamá, sentándonos enfrente mientras nos tapamos la cara y preguntando: “¿Dónde está papá o mamá?”. Cuando diga la palabra, podemos destaparnos la cara. Otro de los juegos para bebé de nueve meses sería enseñarle el nombre a los animales, mostrándole diferentes animales y pidiéndole que imite su sonido.
Aprender a llevar el ritmo o a localizar un sonido son juegos para bebé de nueve meses que ayudan a su estimulación auditiva. También podemos motivar al bebé a que haga movimientos como: dar palmadas, decir adiós y enseñarle el movimiento para que lo haga por imitación.
La estimulación cognoscitiva se puede conseguir mostrándole cómo arrugamos y extendemos diversos materiales o jugar a ‘¿Dónde está la bolita?’ con tres cajas y una pelotita, metiendo la bolita en una caja, cambiarlas de posición y que el bebé adivine dónde está.
Estimulación motriz, táctil y socio-afectiva
Ejercitar el gateo entre distintos obstáculos, enseñar al bebé a bajar de alguna altura sin que lo haga de cabeza, reforzar el gateo para subir escaleras o estimular el que se ponga de pie, son algunos juegos para su estimulación motriz.
El juego de estirar plastilina, enseñarle a manipularla, romperla, hacerla más suave y que clave objetos con punta en ella, o enseñar la diferencia de texturas de los objetos, ayudan a la estimulación táctil del bebé.
Para la estimulación socio-afectiva podemos colocarnos junto al bebé, echar cosas en un cubo y, después, vaciarlo, esperando que él se acerque para unirse al juego. También es el momento de enseñarle el ‘sí’ cuando agarre un juguete, y el ‘no’, cuando agarre algo peligroso, como unas tijeras o un encendedor.
Tu bebé dará sus primeros pasitos sujetándose de todo aquello que esté cerca: un mueble, la silla y tus piernas. Aproximadamente a los 12 meses y luego de haber gateado se pondrá de pie y comenzará a balancearse de un lado a otro, para después caer de sentón, pero poco a poco tendrá más confianza y habilidad para caminar sin necesidad de apoyo. Procura brindarle un ambiente seguro y acompañarlo siempre que puedas. No le grites si ves que se cae porque podría asustarse, mejor consuélalo.
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Después de ser mamá apenas tienes tiempo de respirar, sin embargo debes dedicar un tiempo para ti misma y lucir guapa y saludable. Te decimos cómo lograrlo.
El primer paso para lucir un cutis hermoso es limpiar la piel. Basta con usar un jabón dermatológico que elimine las impurezas o, como alternativa, una fórmula limpiadora, seguida de un buen tónico refrescante. No olvides el protector solar para evitar que aparezcan manchas en la piel -de preferencia uno que tenga un FPS mayor a 50-. Hoy en día existen productos todo en uno que incluyen la crema hidratante, protección solar y, a veces, un toque de color.
Se caracteriza porque tiene poca humectación. Tiende a arrugarse con facilidad, pero en tiempo de frío se reseca más e incluso se puede ver cenizo. Para remediarlo aplica una crema hidratante durante el día y una nutritiva por la noche.
Para protegerlas evita lavar los trastes sin guantes y usa un jabón a base de aloe vera que no es tan agresivo para tu piel. Aplica con frecuencia una crema humectante especial para manos.
LABIOS
No te olvides de ellos porque se resecan y parten, dándole a tu rostro un aspecto desagradable. Utiliza productos ricos en vaselina, cacao y protector solar para labios. No te olvides de exfoliarlos para eliminar las células muertas; lo puedes hacer una vez por semana.
CUERPO
Báñate con un jabón suave y rico en agentes lípidos. Evita el agua muy caliente porque la resecará más. Al salir del baño, sécate con la toalla dando suaves golpecitos, no te talles con ella.
¡NO TE OLVIDES!
De tomar al menos dos litros de agua, consumir vitamina E y seguir una dieta variada en la que incluyas frutos secos que contienen Omega-3 el cual le da un aspecto terso y juvenil. Toma una taza de te verde cuyos antioxidantes, permiten que la piel se hidrate de adentro hacia fuera.
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Como en todo, hay que alejarse de los extremos para encontrar el punto de equilibrio entre una crianza hiperprotectora y un modelo de paternidad ausente.