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Una niña lleva confinada desde marzo
Emma, de siete años, vive aislada desde el inicio de la pandemia del COVID-19, pues padece una enfermedad congénita que la convierte en una persona de riesgo extremo. Su madre pide respuestas ante el escenario actual, con tantas interrogantes sobre la evolución del virus.
Emma, de siete años, vive prácticamente confinada desde que empezó la pandemia del COVID-19 a mediados del mes de marzo. Ahora, su madre, Zaira Martín, ha querido dar a conocer cómo es su día a día, y pide respuestas ante el escenario de incertidumbre actual.
"Solo pido un hilo de esperanza donde agarrarnos, saber que esto va a terminar o que hay personas trabajando para que la vida de Emma mejore", explicó Zaira a medios de comunicación.
La niña padece una cardiopatía congénita y ello la convierte en una persona de alto riesgo frente al coronavirus, motivo por el cual su vida cambió radicalmente desde hace casi un año. Y es que Emma sale poco a la calle, tiene muy pocos contactos sociales y debe recibir clases a distancia.
"Salimos a dar un paseo de vez en cuando con todas las medidas de seguridad, pero siempre a horas y lugares que sabemos que no van a estar concurridos", aseguró su madre, residente en Extremadura, en España.
Sin contacto con sus amigos y con clases a distancia
Uno de los cambios más grandes para Emma ha sido perder el contacto con sus amigos y compañeros de la escuela, pues no pudo retomar el curso en septiembre y recibe clases a distancia. Además, una profesora acude a casa de Emma varios días a la semana para impartirle algunas asignaturas.
El hecho de no poder tener contacto con sus amigos preocupa a su madre, que ve cómo tantos meses de confinamiento le están empezando a pasar factura a su hija.
"Desde diciembre, estamos notando un cambio en su estado de ánimo y en su salud", afirmó Zaira, quien dice que su hija tiene episodios prolongados de tristeza, estrés y ataques de ansiedad. Y es que también la actividad física de la niña se ha visto perjudicada por el COVID-19.
(Te interesa: Secuelas de la crisis del COVID-19: ¿cómo lidiar con la ansiedad que padecen muchos niños?)
Incertidumbre ante una vacuna que no saben si Emma podrá recibir
Emma también ha empezado a presentar dolores físicos por el estilo de vida tan sedentario que lleva. La niña se cansa más a menudo, tiene dolores y contracturas. Y es que la pequeña vive en un piso sin balcón ni patio y le falta espacio para poder correr.
Los problemas emocionales y físicos de Emma preocupan mucho a su familia, que se preguntan si esta situación tendrá una fecha de caducidad para ellos, pues, al tener una cardiopatía, ven con incertidumbre que la niña pueda recibir la vacuna contra el coronavirus.
Y es que hasta el momento, las vacunas existentes contra este virus no se han probado con niños y algunas pruebas están empezando ahora, pero no se prevé obtener respuestas concluyentes a corto plazo.
"Ya no sé qué decirle a mi hija cuando me pregunta cuándo se va a ir el virus. ¿Hasta cuándo va a tener esta vida que no es vida? ¿Sabes lo que es vivir sin saber cuándo acabará esto?", concluyó la madre de Emma. Esperemos que sus preguntas, tengan respuestas muy pronto.
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