Sara Carbonero muestra cómo organiza los deberes con sus hijos en casa

El confinamiento en casa de los niños provocado por la crisis sanitaria del COVID-19 ha obligado a las familias a tener que hacer malabares para conseguir que los niños sigan manteniendo su rutina de aprendizaje, compaginándola con el ocio y la diversión.

En este sentido, la periodista y pareja de Iker Casillas, Sara Carbonero, tiene claro que la mejor forma de inculcar una buena rutina a los niños durante el confinamiento es a través de una buena organización. Así pues, la escuela sigue vigente en casa de Iker, Sara y sus hijos, Martín y Lucas, que compaginan los ratos de juegos y ocio con un estudio planeado y muy bien organizado.

Estos días Sara ha compartido con sus seguidores en las redes sociales el plan de estudios que siguen sus hijos. La periodista tiene organizados unos pizarrones en los que pone todo lo que toca hacer día a día, algo que puede variar según el tiempo que hace. Escrito en inglés, el planning de trabajo de la familia Casillas Carbonero incluye, para un día de lluvia como fue el martes, tiempo para las matemáticas, la lectura o el portugués. Evidentemente, cuentan con espacios para comer, jugar y hacer videollamadas.  

Fotografía del 'planning' de clases que Sara Carbonero imparte a sus hijos en casa durante estos días de confinamiento.

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Sara, cansada de la situación que vivimos

Al parecer, y según ella misma ha hecho explícito en su cuenta de Instagram, Sara Carbonero está cansada del confinamiento que vivimos a causa de la crisis sanitaria. En una foto que publicó recientemente en Instagram, en la que aparece ella de pequeña en una alberca, los hashtags que puso dan fe del cansancio vivido por la periodista:  "#15díasmás #sinfinamiento #actitudpositiva #estotambiénpasará #seguroquemetirabalacoleta #felizdomingo #slowlife".

En otra de sus publicaciones, Carbonero escribía: "Intuyo que estamos pasando por todos los estados posibles estos días; desde el asombro a la esperanza y de la emoción al miedo, pero es que yo no quiero dejar de soñar, no quiero. Sé que debo priorizar necesidades y es exactamente lo que estamos haciendo, pero me ha costado una vida saber qué es lo importante como para mirar ahora hacia otro lado. Sé que el mundo se cae a pedazos pero es que yo no quiero reinventarme, volverme budista ni comprar aguacates orgánicos; no quiero hacer pan, memorizar mantras ni ser mejor que nadie. Quiero comer cecina, coleccionar museos, soñar con Menorca y llenar los mapas de tachuelas; levantar la copa, brindar por los sueños imposibles y seguir pensando (ya lo hacía antes) que la vida es la piel erizada, nada más".

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